En la ruta
los dejé llorar
los dejé llorar
sin detenerme.
Parecían arbustos deshechos
por el viento
un pedregal
donde rompió mi pecho
un pedregal
donde rompió mi pecho
la misma arboladura de mi pasado.
Me alcanza
a quijadas
Me alcanza
a quijadas
arrastrándome.
Con lloriqueo
alma en pena
Con lloriqueo
alma en pena
en boca abierta
maúlla también el gato
en las manos rotas en la grieta vociferante
dónde enterraron el cabello las gafas negras
y la dentadura postiza.
Y la leche se me enfría
Y la leche se me enfría
me voy al mismo túmulo
anochecida
descansando del sol
de los días fugaces
de las noches insomnes
las últimas voces autoritarias
el rumor.
Agradezco la invitación de Caudal Festival del Libro Independiente de Valdivia por los organizadores, su amable invitación a mi poesía, los escritores y gestores culturales Pedro Tapia y María José Cabezón.
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