La araña apisonada tuvo un
sueño
hace unos minutos,
se le ha muerto con ella.
Por qué se tiznó la mañana madre cuando pensé que
llegabas como una mujer se acerca a revisar el cuerpo dormido, vi tu escalpelo
sobre la cama, herías la carne azul de tu madre, tu madre, madre mía si yo no diré nada, que yacías con él quién trajo cerdo y miel
para comer, que a mis breves años te esperé en la medianoche de caballos
galopando arrastrando la urna marrón, donde tu rostro se acomodó con naturalidad como en un lecho frío como el
cemento.