Madre lejana, aún te oigo subir peldaños por la escala, a reptar la mañana su rutina a duras penas,
alegres las ropas luminosas de los parientes,
no todo es quebrantamiento,
menos en este instante que se aferra un bebé a mi
pecho
y trasciendes la claridad de los visillos.
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y trasciendes la claridad de los visillos.
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Maquillo mi rostro temprano como si fueran las puertas
abrirse y mostrar la deformación, la quemadura que vi en esa mujer me
impactó infinitamente, ¿ quien la cuida, quien la asea, quien la acaricia? es inevitable adueñarme de otros cuerpos, de
nuevas heridas.
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