La oscuridad involucra a las cosas rescatables
que tanteamos hasta
herirnos los dedos y persistimos en buscarlas
hasta embriagarnos,
porque abandonados temblamos gélidos
entre rocas que nos contarían la dura verdad,
las abrazamos como el sol ilumina a las flores de las
tumbas,
disimula el breve hueso
que es polvo esparcido al abismo,
que mi boca con la lengua relamiéndola
pareciera urdir señales,
azores,
supuestos
y no caer nuevamente en aquel pozo estrellado.
Hoy,
como siempre,
tu desayuno en la mesa,
mientras
sobresaltadas siluetas se niegan a las alas malheridas,
a las flores blancas, a la piedra dura.
1 comentario:
Muy estimada compatriota y colega, escribes con la genialidad de quien conoce bien a la vida. Me ha impresionado y emocionado tu magnífico poema y tu estilo tan original.
Un gran abrazo desde Copenhague hoy silenciosa y melancólica,
Ian.
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