Ansiosamente, siempre ansiosamente, escuchando las cabezas desesperadas de tanto extraño decadente en mi corazón que se deshace haciéndome pedazos el mundo, ese mundo lejano, extraño, que debo cada día rehacer para mi solaz, digo solaz no digo alegría sino un sosiego que me permita sobrevivir serenamente, no librarme de emociones, ni lucir ante otros mi satisfacción, por temor a mostrar mis fantasmas, sólo quiero nacer y encender fuegos que me quemen, no para morir calcinada sino saber que la vida consumió lo que quiso de mí y la muerte me sorprenda vacía, ya no haya nada que sacar, que vaciar, porque tampoco puedo decir sufrir, porque sufrir es marchar tanteando lados para esperar, como siempre, lo que no sabemos y nos duele.
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