Cambió los compases al aire
en mi sombra
mi frío y mi luz.
En mi casa sus pasos
perduran como ceniza en los techos
y el agua a los pies
de algún tronco.
Abro cortinas,
los grises lugares que a diario
conciernen mi estado,
los grises lugares que a diario
conciernen mi estado,
la vida es rumbo desviado a desiertos,
pues la muerte busca el vacío
y, a veces,
yerra.
y, a veces,
yerra.
Quien ríe dormido
reside en relieves de luna
y es la duda
de estar despierto
o definitivamente,
ser un pensamiento azul entre las piedras
de un confinado jardín.
y es la duda
de estar despierto
o definitivamente,
ser un pensamiento azul entre las piedras
de un confinado jardín.
Mis turbulencias
lo amenazan
rompo puertas,
mis puntapiés
lo compadecen
y deja de burlarse
de mi pelaje húmedo,
de mi pelaje húmedo,
no goza con mi apariencia simia,
para él soy quien estremece
en su ventanal,
lo contemplo
lo beso,
y
y
despierta
como un perro atropellado.
como un perro atropellado.
Enredé en mis dedos su pelo,
mi mentón a su halo,
que una brisa conduce
a llanuras
a llanuras
y enciende
el mohín tedioso de olvidos
marcado en mi historia
lo espanta.
marcado en mi historia
lo espanta.
En la calle
sus dedos finos,
pareciera mujer que se agita.
Sueño su rumbo conmigo
por rumbos ordinarios
en un mundo que muerde
sus cálices abismos,
y una flor no más, la muerte que tarda,
marchitada en las noches futuras,
en la tarde triste,
en ninguna mañana.
- Dulcemente suave -
no lo conmueve ningún iris maquillado
ni sexo desnudo
al suyo,
al suyo,
no entibia este lugar
donde reclino
mi sed.
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