Atenta
en esa esquina te
esperaba.
Un viento brusco
me apegó el vestido a las piernas,
miré al interior
de una casa,
y oí tu tranco
cansino.
Me miraste,
lo intuí,
me instaste a
cruzar por la sombra,
tomé tu mano
sudada
y seguimos por la
vereda cuesta arriba
hacia una plaza,
preocupados
de qué haríamos
el resto del día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario