No te deja mi voz abrir la puerta
obsesa de mi tiempo te miro de reojo
en la mirilla
en la salida hay viento
y un árbol arrimado en la ribera
entre lirios el estiércol del jardín
y mientras el perro huele
quieres entrar.
A pesar del poco tiempo,
no debiera despertarte
sospechas,
tus ojos en mi sitio
permanente,
morada que cerré un día
y como siempre pienso en ti
deja tu valija
avanza
hacia la casa,
te atenderé.
Una vez más con el revólver en
tus manos,
y la llama que adentro se
asfixia,
y quiere volver a salir.
Solo un colchón, tú en el suelo yo a tu lado
y habré comido, habré dormido,
pero seguirás limándote las
uñas
como un señor.
Tu pantalón tiene una arruga.
Tu camisa sin planchar.
El ruido que molesta
es la voz de prisionera que
llevo.
Una flor en el vaso
se está ahogando,
mis zapatos viejos,
estoy dormida.
estoy dormida.
El candado sobrepuesto,
entonces intento huir.
Y tu cuerpo es mi cuerpo que enciendo
un trébol blanco de pena y sangre
la naranja, el placer y el soñado resplandor
de
nuestro cuarto,
que empujó la sensación
de que estábamos abandonados.
Pero emití ruido en mi garganta
cuando quisiste levantarte,
te asesté con mi mandíbula
voraz
toda mi memoria
los labios negros de la
muerte.
Respirábamos frente al mar
moviendo nuestros sexos.
moviendo nuestros sexos.
Y callados sabíamos que la
luna estaba mordiéndonos,
que nos quedáramos nos rogaba
para encontrar el cuerpecillo
en la espuma aquella.
Aquel perro saltando de la
roca hasta el abismo,
esos jóvenes latiendo,
la niebla envolviéndonos tan
viejos,
un tiempo tan violento una
sarga entre cadáveres
envolvía campanas sin
badajo que tocara, sin el mito del sonido
ni la
pátina
nuestros oídos
construyeron la casa
desde un comienzo
silencio.
Tus labios me dieron el
universo, lo veraz de un ruiseñor
en mi ventana rota,
la toalla húmeda en el fragor del estío,
la toalla húmeda en el fragor del estío,
y comías en mi puño, respirabas en mi traje.
El polvo solitario se ha quedado con tu
cuerpo dando
berridos en mi carne.
Una ausencia de años,
cuando no contestaste
cuando no contestaste
y estabas enfermo.
Yo cambiaba de lugar para
conseguir señal.
Tu minúscula voz que
rozaba la mejilla que ahora tiembla.
Era un mundo destruido en la boca
de un huracán.
El olvido no tuvo presagios que expresar ni hoy
que insistes en golpear la
tierra.
Caminaba dando trancos a la
parada de autobús,
la lluvia saca el barro de las
orillas,
y el monte azul que tanto
amabas
tiene su orilla lenta, por
allí resbala la luz ojeada
de mis noches duras,
la estrella de cinco puntas
que erosiona el agua.
Así evoco la sal que alimenta
la despedida.
Te detienes en un claro
artificial una ampolleta en la vitrina,
y crees que te vi,
que el rumbo de todos es el mismo rumbo,
que el sonido en tu oído es siempre mi
paso,
todo lo que mueve es la vida,
es tu paso, la hilera de luces en el centro,
como si el tiempo tuviera solo
nubes,
azules cielos y una manga disparatada de ideas
que me hacen perder tiempo.
Cruzo, el agua empaña mis gafas.
Tu mano empuñada cabe en mi
bolsillo,
suena en la huerta,
el café quema mi palma, y la
endiablada carrera
de los jotes en los cerros, atentos
a la muerte tendrán que
esperar.
Aquella vez me iría,
volvería claro, pero era como irse definitivamente.
volvería claro, pero era como irse definitivamente.
Pues al volver me quedaría
entre esas paredes,
pintando, leyendo, quizás nadie vendría.
pintando, leyendo, quizás nadie vendría.
Pero estaba entre esa magma
celestial.
Tan decadente. Una lágrima iba rompiendo el hielo en tu
mejilla.
No la vi, hasta ahora no la
veo,
adivino por tus palabras,
adivino por tus palabras,
que eran duermevelas en el
velador,
una esperma ardiendo en tu boca,
un volcán en tu pecho,
y mi boca, más abajo te llenaba de gritos.
una esperma ardiendo en tu boca,
un volcán en tu pecho,
y mi boca, más abajo te llenaba de gritos.
Todo el día lleno.
Catacumbas, letreros, lluvia
negra, diluvios.
Yo no estaba
era el día de todos en casa.
era el día de todos en casa.
La algarabía muerta,
apesadumbrados,
mirando la puerta por si
alguien viene a conversarnos,
cierro los visillos, la nieve
nos enfría,
amenaza, un aguanieve, lluvia
en el invierno
avisando que ya vendrán a
quemar árboles,
para el próximo invierno.
………………………
Mi somnolencia te llama para
que te acuestes conmigo.
El pez nació recién y quiero
que tu vientre
se haga sed en la montaña
la eterna polvareda
que al río acerca a su
esqueleto
y evoco ese caudal que tu boca
inmoló en el vacío.
Amo tu resurrección es la
espora que late y en el mundo
hay un socavón que llama a viva voz tu llama
hay un socavón que llama a viva voz tu llama
yo tengo grilletes en mis pies
pero estoy atenta a tu asomo
cuando perdido estás
y amenazas suicidar la piel del húmero
que alzas a mi mirada.
y amenazas suicidar la piel del húmero
que alzas a mi mirada.
Deprimida está la hoja que
revuelca la espuma
impregnándola como tú me
rocías con tu vino en la cadera,
y puedo besar en el fondo de
la roca tu dura lengua
que sobresale el enhiesto rumbo pisoteado tantas veces,
y quiero nuevo el recodo donde
una vez enterraste
el hueso pútrido que nunca
secó en tus manos.
Ni siquiera lo miraste.
Oí esa canción en mi oído sordo
tambaleó en el yunque tu sangre y trituraste
mordiéndome con tu jadeo de cupido deseoso
todo mi cuerpo desnudo.
tambaleó en el yunque tu sangre y trituraste
mordiéndome con tu jadeo de cupido deseoso
todo mi cuerpo desnudo.
Sobre la roca el viento agrede
tus articulaciones
la flor flota y en tus manos
extiendes
la tomas
la tomas
te ahogas besas sus pétalos te
diviertes
donde el labio rojo marca una mariposa
roja en el botón de tu camisa blanca en la noche fría
ruido de mareas y silencios continuos fuera del agua
roja en el botón de tu camisa blanca en la noche fría
ruido de mareas y silencios continuos fuera del agua
en la roca
las jaibas arrancan los
granizos
en la arena están dolidos
como una manga ruidosa
una mano rota
los dedos son los cuernos de
la luna van girando
como giran los cuerpos que
lloran
en la claridad
sus rostros abren sus ojos
sus rostros abren sus ojos
hablan obscenidades
que no nos atañen pero
interpretamos en la oscuridad
de la costa como si fuéramos
gaviotas
corriendo detrás de la bandada
y
nos abrazamos llorando nos han
dejado solos
en esta grieta relampagueada
por el ventarrón
que se ha llevado el mar.
Y he allí los peces sobresaltan.
Tu mano sujeta la botella
se sirve el vino
bebe el vino agrio en la cena
hasta la última gota.
Se levanta a cerrar la
cortina.
Suave el vidrio de la copa en
la mano.
Me llamarás hoy. El reloj se cansa de marcar solo.
La vida hace el hielo sobre
las plantas
que hemos amado como una casa
encierra
todo el alba desmesurada en el
labio de la noche
somos dos que corrigen la
aurora con el arrebol en el pecho
la luz hace su estera de humo
sobre los ardorosos puentes.
Se impregna de aire la memoria
enredada en las hojas
en primavera
el agua se sumerge por el río
el agua se sumerge por el río
y tu cuerpo late en mi latido
como la misma sangre
mi boca se posa en tu boca
como son las ramas de los
árboles que gozan del sol
sobre la copa encendida por el
cielo y sus nubes
obedientes a la lluvia.
Gozarnos en la piel
como mariposa en los estambres
y en el rocío bebemos
la saliva,
el color de madrugada
nos eriza de frío para cubrirnos
tus puños en mi cuello
huele el aromo a tu pecho
donde canta el río hacia el retoño de un caracol
donde canta el río hacia el retoño de un caracol
el blanco de la flama
que olvida la circunstancia en que bebimos para embriagarnos.
Engrano esta hora
al olor de tu movimiento salvaje
que es multa en mis enjambres
al olor de tu movimiento salvaje
que es multa en mis enjambres
hora diminuta
no quiero burlarme de ella
no quiero burlarme de ella
ni eres el paisaje
verde ni el marrón de la lejanía
pero es divino el
lúbrico paseo por la jaula
el cuello que beso
cuando sueño
el tranco de la huella
que aplasta el césped
y de nuestro cuarto el
pedestal de nuestra lámpara.
Hay cosas como una
puesta del sol ahogándose en el agua.
Cada
objeto me atraviesa.
El hilo cose mis dedos
a la bruma que te atrapa
la vid se muere en tus
ojos
dos largos caminos sobre la ruina del que nunca amó
como la zarpa se da a la tormenta de un lobo hambriento
dos largos caminos sobre la ruina del que nunca amó
como la zarpa se da a la tormenta de un lobo hambriento
es al que buscó
la burla no resultó sigo aún dañando el viento que me jode
y pierde el miga que boté una vez
la burla no resultó sigo aún dañando el viento que me jode
y pierde el miga que boté una vez
para calentar su pie
como Narciso a tiempo de besar el agua.
Si con dar un golpe
terminaran las consecuencias. Ahora,
espero en el celular tu llamada.
La antigua ventana ya no sirve.
Si al pasar te viera de frente te preguntaría porque te detienes
si ya no tengo el lugar en mi conciencia
para volverte a entender.
La antigua ventana ya no sirve.
Si al pasar te viera de frente te preguntaría porque te detienes
si ya no tengo el lugar en mi conciencia
para volverte a entender.
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