Resiste princesa el
revoloteo de las bocas que se
pintan,
guarece la sumisión de la mariposa entre tus pechos
y enséñale a leer.
guarece la sumisión de la mariposa entre tus pechos
y enséñale a leer.
Y tu grito cargará el oído delicado
de la sombra
y el recato.
Volarás
alto, cuando el sol se esconda y en la noche
tendrás hambre de luz, el frío será tu manta.
tendrás hambre de luz, el frío será tu manta.
Y entregarás
todo cuando des tu habitación
y mar te cubra.
y mar te cubra.
cuando los
barrotes se hayan convertido
Huirás
nadando,
porque aprendiste sola a batallar con el dulce
porque aprendiste sola a batallar con el dulce
falso de la ilusión.
Aprendiste a
luchar en un sueño.
Pero los
sueños no existen.
En cada lóbulo del cerebro se quedan tus huesos
En cada lóbulo del cerebro se quedan tus huesos
calcinados como aceite en una flor.
Escribir es consentir los lugares
construidos con nuestras manos
construidos con nuestras manos
herramientas que llegaron con nosotras,
y la casa
que hemos cerrado
se abre con
nuestro llamado “ábrete casa”.
Vives como tu padre y tu madre
hablando en voz baja. Y no callas.
hablando en voz baja. Y no callas.
Por qué cierras la puerta para seguir hablando
lo que tu
edad no recorrió.
Miro tus ojos en esta casa
una fruta escondida,
una fruta escondida,
y como una perra duerme en tu cuerpo
la sangre y te quedas a ver la boya
adonde tu madre dejó la vida.
En mis
ropas existe un saxo que nace veloz
su nota sexual de ventosas y un revólver
su nota sexual de ventosas y un revólver
en el cerebro
como instrumento viejo sangrando que tocas
en el lugar de la agonía,
para vivir.
en el lugar de la agonía,
para vivir.
El tren de
la ciudad se encarama en las sienes, y en la estación
vamos a trancos golpeando la baldosa,
vamos a trancos golpeando la baldosa,
los nervios
de las estrellas se reflejan en tu carne solitaria y grandiosa
como un sol que ha matado insectos y llora.
como un sol que ha matado insectos y llora.
Como si estuviéramos enamorados
el esqueleto
se ha disecado antes de
tomarnos la mano.
La fruta
oscura habla dulcemente se
arremolina entre mis piernas,
y el clítoris de la luna alumbra la noche
como el faro alumbra la noche.
y el clítoris de la luna alumbra la noche
como el faro alumbra la noche.
Ella cae al suelo
piedrecillas hacen ruido,
toma mi
servilleta límpiate la boca.
Levántate.
Levántate.
Hubo trecientos
golpes de las abuelas,
arremetidas, partos, majadas,
asesinatos
y el horizonte.
asesinatos
y el horizonte.