Busco esa gota
que se desliza por el alambre del tendedero,
esa porción completa que salta y vuelve,
esa radiante cuerpa que me imita,
me viola, me hiere,
me descuartiza ante mi yerta mirada,
me descuartiza ante mi yerta mirada,
y la gente grita, insulta, agrede contra el
desparpajo
de lo cotidiano
de lo cotidiano
del que salta con bolsas, chutea piedras
con sus sandalias roídas.
con sus sandalias roídas.
Y retorno a esta plaza sin aliento,
oyendo sentado y mirando con sus gestos feos
la pobreza de sus vidas.
Busco esa gota, no quiero que me digan que busco la
libertad
que no existe,
cuando esclavos nos han hecho casi en este ventanal
en el que mis brazos se acuestan,
la busco, quedarme envuelto
y terminar mi último cuerpo
y terminar mi último cuerpo
antes que sea demasiado tarde
y me vuelva uno de ellos.
y me vuelva uno de ellos.
Esa gota sobre el alambre me busca,
quiere ser mi universo.
quiere ser mi universo.
Un
tango a la deriva,
con sus pasos sensuales
en mis muslos.
Nada por deber si no hay dinero,
lo que te indique el corazón es más barato
y verdadero
pozo de esta corta vida.
Cuando no existía el dinero y nuestro país
era la familia.
Me sigues con mi
cuerpo cansado
ya perdido,
me ayudas a doblar la vida
me ayudas a doblar la vida
en la sábana sucia de sudor
donde desplumas
donde desplumas
mi trasero virgen,
con la misma visión de partir
y no volver antes del alba,
ser arcaico retráctil,
cambiar de ideas
cambiar de ideas
secreción podrida que se mofa,
mi amargura,
y me arrinconaré en el barro
con el esqueleto que muerde
mi carne
mi carne
pelambre amargo
del pasado que morí.
Y suplican mis
dolores fervientes
que me gritan apasionada,
carroña que hace florecerle a una sombra baldía
un flatulento animal perseguidor
con tranco diurno,
con tranco diurno,
erótica de cuerpos abandonados,
mestiza viajera de grandes países,
tañe a esta hora una campana
entre mis piernas
entre mis piernas
y un diálogo nupcial
comienza a oírse.
comienza a oírse.
Iré
imitando la quebrada
en la escalada vocearé la
telaraña en el erial,
la única ornamentación de mi cabello es la brizna,
pero no voy a
llorar esta vez,
gatos y perros en mi cubil se me asemejan,
me repliego en agua fría,
para decir que sufro,
en un espejo trizado me recorren
en los armarios vacíos,
en la senda expedita,
y me silencia la mordaza de los silenciosos ingenuos,
el abrevadero de los deseosos hace que espere en la
fila
bajo el sol,
deseosos de sangre,
en los páramos donde huyo,
mi cuerpo agrietado que sonríe,
para evitar siempre la tormenta
en la mugre del zorzal asesino que chupa
en la flor la miel del colibrí.