RESIDUOS
¿Qué interrumpe el caudal de la montaña invisible,
la que se confiesa en el azar,
la que muerde el nudo de las visiones,
la que nos envuelve en sus aguas y de ella bebimos?.
Digamos
que los envoltorios han caído en los platos y no somos
capaces de cerrar la boca.
Digamos
que desgarra el bosque contumaz
el fruto,
el goce secreto
de nuestros cuerpos
nos hace temblar
como escamas de un pez.
Girar la mirada en una huella,
encender las hojas blancas
en la sangre exangüe,
hace crecer el junco,
nuevamente, de la madera vil.
El sol quemó la piel de nuestros ojos
y los hundimos entre papeles
como un niño perdido
al anochecer.
7
FRÍALDAD
Tempestuosos gritos en las líneas de la mano avanzan
más allá de las fronteras,
escarbamos con ahínco feudal
un viaje de senderos azules y glaciales,
un frío mundo.
Los pasos del viento en los techos oxidados evocan la planicie
boreal
sobre las hojas,
es recorrer el mundo
es recorrer el mundo
propalar la saliva
que fluye por nuestros poros,
humedecer las cornisas y toda forma lejana,
sin preocupación de las gesticulaciones
de mi cara ferviente
que te mira,
-ser de sobrevidas ambulante a pesar-
cayéndonos sin tregua
por los rostros ceñudos
de la calle,
haciendo el quite al empellón
al ceñudo pájaro
enfermo
del alma.
8
VIVIR
Tú que huyes,
te descreas, te deshaces en la fría
lava del aire,
que callas a veces de la tarde y de la noche tus
silenciosos abanicos en la multitud
que agrava los duelos íntimos,
tú que agradeces las cartas que han dejado en tus
rodillas,
en tu ombligo besado, en tu lengua adormecida,
en la frágil curva de tus glúteos,
tu torso es un mástil sobre su torso,
cualquier palpitación no es muerte en este terror,
sino agonía en el umbral secreto de tu iglesia,
ese país de los que están solos en la plaza
y disfrazan al sol.
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