POR QUÉ LOS CULÍES Y QUIÉNES FUERON
(Introducción de Yrmina Gloria Eng Menéndez, socióloga y antropóloga de la Universidad de La Habana, a “La Nieta de
Wong” de Ana Rosa Bustamante)
A lo largo de su dura historia China sufrió la emigración
constante de sus hijos por las razones más diversas. Las frecuentes guerras,
luchas, saqueos y hambrunas han sido sustento del permanente proceso
migratorio, unido a los intereses colonialistas de las metrópolis en la
búsqueda de mano de obra barata, que más tarde dio lugar a las muchas colonias
chinas de ultramar. Los chinos tienen una larga tradición migratoria, pero sólo
después de 1840 se inicia un movimiento importante hacia América, que fue
definitorio para la inserción asiática en la configuración poblacional y étnica
del llamado Nuevo Mundo.
Fue el XIX un siglo de confluencias para nuestra región en el sentido de
que los procesos que suceden en el de cursar de las transformaciones
económicas, sociales y políticas para la consolidación del capitalismo mundial,
llegan a su momento de ruptura violenta con las colonias y ex colonias
americanas. El capitalismo mundial y su fuerza indetenible para dar paso a la
etapa imperialista era un hecho. El sistema colonial sirvió de alimento a dicho
proceso y estaba destinado a ser su trastienda, donde las “cosas feas” y las
deformaciones del sistema van a parar. El proceso de transición del sistema de
trabajo esclavista, engendrado en la colonia, hacia un sistema de trabajo
asalariado, de trabajadores libres, tuvo un cruel exponente: el culí, quien no
fue esclavo oficialmente hablando, pero no fue un trabajador libre en la
realidad histórica. Esta es una verdad insoslayable.
La migración
laboral tiene en los culíes unas de las opciones, que el sistema capitalista
fomentó, para solucionar uno de los grandes problemas confrontados en su etapa
temprana de internacionalización, momento desde el cual América fue su
traspatio: la escasez de fuerza de trabajo y la sustitución del trabajo
esclavo, junto a la explotación de los recursos naturales para satisfacer las
necesidades de las potencias económicas europeas emergentes del siglo XIX (Gran
Bretaña, Francia, etc.) y de sus colonias. Corrían los tiempos en que los
ingleses encabezaban la lucha contra la esclavitud como sistema de trabajo en
que la mano de obra formaba parte de los
medios de producción, propiedad privada
de los dueños, siendo la trata ilegal una importante la fuente de esclavos. Es
decir, el hombre, portador de la mano de obra y del trabajo, era la mercancía y
no le pertenecía su fuerza de trabajo y menos aún su trabajo. En esa batalla
contra el trabajo esclavo, como expresión de las fuerzas productivas que
impedía el desarrollo capitalista, se propició, entre otros, un nuevo mercado
de mano de obra para las plantaciones latinoamericanas y caribeñas en
sustitución de la africana y la indígena, con la que se diseñó un sistema de
contratación de trabajo. Dicho sistema de contratación concebía un salario por
el trabajo realizado. Ya no pertenecería a un amo que debía velar porque “la
máquina humana” estuviera en condiciones físicas de trabajar.
Estuvieron los
asiáticos -en el caso que nos ocupa los chinos- entre los que más se ajustaban
a estos fines debido a varios factores que se conjugaron. Como se conoce, en
esos momentos (s. XIX) China era un imperio debilitado, en el que finalmente
lograron penetrar las potencias extranjeras como consecuencia de las Guerras
del Opio -décadas del 1840 y 1860-. Resultado de ello se incrementó la pobreza
y los puertos sureños se abrieron también al comercio de hombres. Cuando un
pueblo es tan pobre que no tiene productos de su seno que vender, no le queda
más que ofrecer que sus hombres mismos. Así va perdiendo lo más preciado y
entonces la pobreza es total. Eso pasó con la China del XIX. Fueron sustituidos
los puertos de las costas africanas por los de Amoy, Macao y Hong Kong en
China. Por otro lado, los chinos procedían de una de las civilizaciones más
avanzada de aquellos tiempos y estaban en mejores condiciones que los negros
africanos de asimilar los procesos complejos de la producción en un sistema
industrial "asalariado".
La importancia del estudio de los chinos en América Latina
y El Caribe no se puede desdeñar. Se considera la cifra de un millón de
emigrantes chinos en un período de 30 años (1845-1875). De ellos Latinoamérica
asimiló el 28% -Cuba recibió el 15% y Perú un 10%-. Después del cese absoluto
de los sistemas de trabajo esclavista y semi-esclavista, cuyas necesidades de
mano de obra barata dieron lugar a los primeros procesos de inmigración china
al área, como parte de la etapa de desarrollo del sistema capitalista
internacional en aquel entonces, la emigración china continuó, por supuesto, a
partir de diferentes presupuestos. También continuó la férrea explotación y
discriminación social del chino, marcada por los antecedentes que constituyeron
las razones por las que comenzó la migración y la manera en que dicha migración
tuvo lugar.
Los chinos, como comunidad de origen étnico, sufrieron una
especie de alienación étnico-cultural, además de la alienación económica, que
se correspondía con la posición social en que fueron encasillados en las
sociedades coloniales y semi-coloniales de aquellos momentos.
Independientemente de la riqueza económica que alcanzaran, su posición dentro
de la sociedad estaba estigmatizada por el condicionamiento socio-histórico de
su inserción en el sistema social receptor, en el que el origen étnico y racial
imponía el lugar social y que se arrastraría en la construcción de signos y
significados; en la idea del chino; de las comunidades chinas y sus barrios
chinos; en las expresiones de segregación, discriminación y prejuicios sociales,
así como las formas de expresión del imaginario social americano.
La historia ha demostrado que las
etapas de transición son de gran convulsión social, política y económica. En
esos períodos las grandes masas sufren duramente. En este período los culíes
chinos fueron la gran víctima. En ellos se ensañaron los intereses y
sentimientos más reaccionarios de las sociedades de entonces, convirtiéndolos
en “la trastienda” del agonizante sistema colonial y sus vestigios. Sufrieron
doble alienación: la resultante de la contradicción entre sistemas y la del
impacto cultural por el violento tránsito entre dos mundos que no sólo estaban
separados por miles de kilómetros de océano, sino sobre todo por miles de años
de desarrollo y diferencias civilizatorias. Siendo portadores de una cultura y
un desarrollo social muy distinto, el culí fue duramente impactado por el
engaño y el maltrato que padeció. Por otro lado, se tendrá una idea del impacto que representó el culí en la vida
económica y social en los distintos confines de la Nueva América, expresado en
forma de impotencia, incomprensión, rechazo, agresividad, desconcierto para
todas las clases y grupos establecidos (esclavos, negros, indígenas y criollos libertos,
capataces, hacendados, oligarquía criolla y peninsular, etc.). Y cómo aquellos
hombres fueron enajenados física, social y económicamente, so pretexto de la
condición étnica, la cual generó su propio tipo de alienación.
El dolor, la muerte y todo tipo
de vejaciones les esperaban a los hombres del “celeste imperio”. Comenzó por
los maltratos de que fueron objeto desde el momento mismo de la llamada
“contratación” y el embarque. En la inmensa mayoría de los casos primero
ocurría el embarque y después -o nunca- la contratación, en todos los casos por
la fuerza o el engaño. En todos los momentos del proceso de migración laboral
se violaron hasta los más mínimos derechos que un ser humano puede tener.
Particularmente el maltrato durante la travesía, en la que grandes cifras
morían sin llegar al triste destino. Fue tal de
escandalosa la trata amarilla y el maltrato a los culíes, que el gobierno chino
tuvo que reaccionar, mandando una comisión para investigar la situación de los
chinos en varios países de América. Se conoce de cartas enviadas por los chinos
de Canadá, México, Cuba, Perú, quejándose de los atropellos ante los cuales se
encontraban totalmente indefensos. Se incrementaron los suicidios como solución
a tanta agonía. Sólo habría que añadir que dicho comportamiento también tuvo
que ver la concepción religiosa y del mundo de los chinos sobre la muerte, lo
que junto con el alarmante nivel del indicador, evidencian el grado enajenante
de la explotación humana a que fueron sometidos los culíes, cuya única salida
la vieron en darse muerte.
En el Informe de la Comisión
China enviada por el Emperador para investigar los atropellos cometidos con los
contratados chinos se pueden constatar
los desmanes cometidos contra los culíes en Cuba. Particularmente las
respuestas contenidas en el Anexo al Despacho I. G. Cuba/N°1 de 1873, es una de
las pruebas más contundentes (The Cuba
Comision Report. A Hidden
History of the Chinese in Cuba, John Hopkins University Press,
1993). Se reproducen textualmente algunos de
los testimonios contenidos en el informe y que son parte de las respuestas
dadas por los propios culíes, lo que permitirá tener una idea de la terrible
dimensión humana de las vejaciones sufridas:
“fuimos llevados a bordo por la
fuerza”…
“me golpearon severamente y no
pudiendo soportar más los maltratos me vi obligado a aceptar el contrato y
embarcarme”…
“lanzados al mar”…
“dos muertos a golpes, golpeados hasta matarlos”…
“otros murieron presos en la
bodega”…
“el capitán lo mató a patadas por
pedir un remedio”…
“Casi todos los
chinos que encontramos sufrían, o habían soportado sufrimientos, y el
sufrimiento era el significado de casi todas las palabras que oíamos”…
El poder colonial –español y criollo- maltrató de manera
atroz al chino culí, considerado peor que un esclavo. Los castigos físicos y
las humillaciones morales a que fueron sometidos sólo pueden ser explicados
como reacción a la impotencia que los culíes le causaban, optando por las
acciones más denigrantes para quienes las cometían. Muchas fueron las formas en
que el chino se rebeló contra tales tratamientos: suicidios, cimarronaje, alzamientos y rebeliones.
Clasistamente hablando formaron parte de los sectores más bajos y más
revolucionarios de la Latinoamérica del XIX. Fueron tratados peor que al negro
esclavo y sufrieron una doble alienación: la resultante de la contradicción
entre los dos sistemas en pugna y la del impacto sociocultural por el violento
tránsito entre los dos mundos, no sólo separados por miles de kilómetros de
océano, sino también por las inmensas diferencias culturales. Ello contribuyó al papel
desempeñado por los culíes en las luchas por transformar el régimen imperante
en los lugares en que se encontraron, al formar parte, clasistamente hablando,
de los sectores más bajos y más revolucionarios del siglo XIX. Es el caso de
Perú y Cuba, en relación a la participación de los chinos en las luchas
libertarias, expuestas muy sucintamente, pero de manera clara por Pérez de la
Riva en una de su importantísima obra póstuma sobre los culíes chinos:
“También en la costa del Pacífico como en nuestra Isla los chinos se
alzaron repetidas veces, aprovechando cuantas ocasiones se presentaban de
liberarse. En Cuba, durante la Guerra de los Diez Años, se unieron masivamente
a los insurgentes, conquistando su libertad con el Pacto del Zanjón; en Perú,
pasándose a los invasores chilenos cuando la guerra de 1878, y retirándose
luego hacia el sur con las tropas victoriosas de Chile, para establecerse como
hombres ya libres en ese país.” [pág. 30, Los Culíes Chinos en Cuba, de Juan Pérez de La Riva, Editorial
Ciencias Sociales, La Habana, 2000]
Los chinos en América constituyeron una alternativa para
la insuficiente mano de obra en el nuevo mundo. Pero existen diferencias entre
los asentamientos y comunidades creadas en las distintas áreas y países del
continente americano, dadas por los antecedentes históricos y las
características sociales, económicas, políticas y económicas del lugar donde
emigraban. Estas diferencias marcan los grados de explotación y de vejación
humana de los culíes y tienen sus antecedentes en la historia y la naturaleza
socioeconómica del proceso de colonización, independencia y desarrollo, según
las zonas geográficas y países. Latinoamérica, una unidad geográfica, puede ser
subdividida para estos fines. De un lado Suramérica -e incluso no homogénea-
Perú -recién independizada y ya abolida la esclavitud- y, por otro lado, Cuba en
el Caribe -aún colonia y con la esclavitud en vigor-, ambas con una metrópoli
común que representaba lo más atrasado del capitalismo europeo, que desarrolla
la explotación de los culíes de la forma más inhumana y bárbara, partiendo del
patrón esclavista español.
Se ha de continuar profundizando para poder explicar mejor
el fenómeno chino en la sociedades latinoamericanas y la esencia de la
presencia china en la mezcla cultural y social tan diversa que porta hoy.
Yrmina Gloria Eng Menéndez
La Habana, 24 de Julio de 2012.
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