LA NIETA DE WONG
Ana Rosa Bustamante
"Iré a otra ciudad, iré a
otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse
mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una
condena escrita;
y está mi corazón - como un
cadáver – sepultado”.
C. Kavafis
1
Arriba la luna
amanece junto a la
mañana
sobre los cuerpos
olvidados.
¿Qué hago yo aquí?
¿qué enfría mi torso
y mis hombros
en esta rara
madrugada
y para qué?
Yo no sé.
Quien no tiene
memoria
nada llora
en el litoral de la
soledad
en los pasos de la
noche
sus fantasmas
de huellas mojadas
la rueda que no
detiene
las fotografías y
las voces
y las manos
apretadas sobre la
mesa
cuando sonríes con
los ojos cerrados.
2
Un bostezo en
temporal es una luz en el sol,
es un guijarro en
las dunas
un refrán al viento
intentando hablar
por ti.
Esa bruma que
oscurece,
ahora el aire
destempla en la lira oxidada
que entona cantos fríos
desde el niño que fui
en la florecida
casa
donde el comienzo
humilde
que dejé
se dibuja en la
luna creciente
en los partos de mi espíritu
y en los padres de
mis padres.
3
¿De dónde llegas?
Tu pie vacilante
sacó de la grieta
oscura
una campana,
aprendió a balbucir
a soplar en las
fisuras
la pulpa
con fuerza,
el néctar del cardo
con espinas.
4
Tus brazos se
abrieron sobre las arenas
como si bailaran
imitando a las
águilas que vuelan alto
buscando qué comer.
5
Los cuerpos
curtidos
de animales feroces
voraces,
fríamente allí,
tuvieron precio
en la frente
aterida
como la voz de un
anciano
que anochece solo.
6
El escenario de una
casa
es el nido de las
primeras sensaciones
que el capital se
llevó a otros oídos
y derramó ácido en
la nieve más ardiente
derritiéndola en
los vientres,
en los ojos
y gargantas,
solo hubo monedas
como espumas
lejos quedó de los
aceites
y el aire
que los mecía,
sus ancestros
inventaron el fuego.
7
Su humor surgió en la placenta
de bruces y dolido
esperó que los
hombres reconstruyeran
en la piedra
y callaran su
queja.
No conviene decir
que desde la ventana
lloraste y que hoy
aún puedo escuchar
la lúgubre luz que
enterraste.
8
Hoy, un pendón que avienta
en medianoche,
flamea a la vera de los ríos
la púrpura
alucinación que te dejó el mar
y el yerto polen,
que en un pozo
flota
sobre embarcaciones,
y tu último suspiro
en esta playa
remueve las rojas
arterias
de la Historia.
9
La piedra aplastó los nacimientos
prolijamente,
al iniciarse la
majestuosa gesta
en el estanque
de unas larvas.
10
En 1840 las sentinas del buque
hacinadas
en las escaramuzas
de los portentosos
que sobreviven.
En el tiempo de la
ceniza
en tu rostro
para olvidar.
***
Tomó el agua del
caballo
en los espejos
en tiempo de
guerras
y revoluciones.
11
Dejaron uñas para edificar
un monumento
mientras afuera el
viento silba.
Las hojas del calendario de extraños signos
se estremecen,
y la luna
en la pared rugosa
dejó de contar las
semanas,
los meses
disolviendo sus
ojos
en los lados de la
luna.
A la nieta de Wong
Pozo Almonte, 27 de mayo de 1926
Mi madre.
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