Las mujeres llegan a ser, por medio del amor, lo que son en
la mente del hombre que las ama. Nietzsche
Era gris la tarde en Valdivia,
como siempre
la lluvia el viento golpean
la ventana
y en mis retinas,
el íntimo techo,
nadie enciende aromas exóticos
de otros pechos,
él dice -así te quiero,
lúcida en mi sombra, vida en mi muerte-
sin embargo,
cuando sangré no estuviste,
cuando lloré oíste mi carcajada.
No sé si sangraré, lloraré o reiré
con este nuevo traje,
ahora,
que sola me esmero
en buscarte.
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