“LA DOBLE RESISTENCIA
QUE ES” REINCIDENCIAS
(Notas sobre el último
poemario de Ana Rosa Bustamante)
Por Antonio Arroyo
Silva
El pasado jueves 13 de octubre del presente se presentó
el poemario de Ana Rosa Bustamante Reincidencias en la sala de la Municipalidad de Valdivia
(Chile). Libro publicado por la editorial Kultrun y financiado por CONARTE de
la corporación cultural de dicha comunidad.
Me parece una novedad
el hecho de que la obra haya sido prologada yendo más allá de los cánones del
ensayo y sumergiéndose desde la apertura de la obra en el territorio de la
poesía. Desde la visión que la poeta mexicana de Chiapas Ambar Past tiene no
sólo de Ana Rosa y de su poética, con lo
cual desde el principio se nos abre un
amplio horizonte de diálogo textual y extratextual. Así la poeta le dice :
En su nido reseco me
quedé a vivir…
Me hice templo de Ana
Rosa Bustamante.
¡Oh, si fuera un sueño!
o una luz anónima
donde reincide.
La poesía como sueño y
reincidencia, el lector y poeta que reconoce la habitación de la poeta y entra
de su mano. Hacerse templo de la poeta cuando se lee, eso es prologar con
poesía.
Jorge Rodríguez Padrón
en su artículo sobre la poesía de la mujer en Hispanoamérica El barco de la
luna, dice que sería un débil soporte considerar la poesía de la mujer como un
soporte meramente biográfico si en esta mujer-poeta lo autobiográfico no se
transforma en padecimiento del lenguaje, es decir, en una forma de apurar la
lengua para que diga una experiencia. Es el caso de nuestra autora, el recuerdo
se hace en este bello poemario es carne del poema. Una suerte de transposición
y de trasvase desde un lado al otro de la escritura: desde el corazón al papel
y donde la tinta es sangre del asombro.
No entiende el que
escribe la memoria vertida en el poema por nuestra poeta como una lista de conocimientos,
experiencias…pues ella sabe muy bien que la poesía no es el arte de un saber
predeterminado. Tampoco la receta para obtener la certeza, sino todo lo
contrario: la poesía (y en este caso la suya) es la expresión de la
incertidumbre que a veces llega a ser desasosiego y a veces afirmación y
celebración de esa mal llamada finitud. Vivimos y no nos reconocemos seres
vivos, de carne y hueso, sino seres que han de trascender esa cárcel que es la
vida y su entorno. Así que para abrir el poemario reconocerse humana y
afirmarse mujer con todas las implicaciones terrenas, con todos los
desasimientos de los dogmas impuestas a la mujer, es un tremendo acto de
rebeldía de Ana Rosa Bustamante. Además nuestra autora demuestra que, si bien
La Poesía es por sí mismo mujer, no es preciso separar la escritura según los
géneros. La poesía, a pesar de ser un ser viviente y pertenecer a este mundo,
va más allá, hacia un equilibrio inusitado y envolvente. Una doble resistencia,
ante unos esquemas impuestos por una sociedad patriarcal y ante el sometimiento
a las mismas. Ver que su lenguaje es fronterizo y optar por la vía del asombro
y el atrevimiento, desde lo más íntimo del ser femenino hasta su análisis de la
realidad. Como a las grandes poetas de nuestro territorio lingüístico, a Ana
Rosa Bustamante
Por qué no he podido a
pesar de los embustes
reconocer que no soy
capaz,
no soy capaz de
sostener sola esta tierra,
esto de sentirme
responsable del mundo
que si partiera este
planeta con un escupitajo
causando una avalancha
nadie me indicaría con
el dedo extendido,
creyéndome la espada
guardada siglos sin filo,
esos hombres,
esos hombres no son más
que reyes de una vez
que pusieron precio a
la lindura oliéndome
el perfume de la flor
sujeta en mi oreja,
y así adivinaron,
huyeron.
No fui yo quién maldijo
al mundo,
por mi culpa no se
labora con el sudor de la muerte,
corté la rama entre
brumas no miré la cáscara
y salí de las auroras
dulces
sangrando entre las
piernas
sin quejidos,
sin placer.
De esta manera, desde
el reconocimiento de sus limitaciones, desde la asunción del peso que supone
para la memoria lo que ha supuesto ser mujer, y toda la carga que la sociedad
del hombre ha puesto sobre su piel, nuestra poeta emprende su viaje
persistente, reincidente desde su propia
habitación. A través de una geografía que está más allá del espacio y el tiempo
(simplemente porque desde esas magnitudes se reconocen los canteros y los
relojes individuales del lector, se va extendiendo una eficacia expresiva). Ahí
están los ríos de una intimidad comulgante, una sexualidad patentizada al mismo
tiempo con el atrevimiento y el asombro de una mujer que no teme a caer al
abismo.
Una característica muy
importante que observo es el despojamiento de la carga ideológica referentes al
feminismo tan al uso. Una constante (diría) que la une (cada una con su voz) a la última poesía de
la poeta también chilena Astrid Fugellie. Poéticamente, a mí entender, este
despojamiento se suma a la eficacia expresiva, pues no limita ni establece,
sólo enuncia y sobre todo “hace ver” no ya la realidad establecida sino todas
las realidades. Es verdad, detrás de toda estética fluye una ética, pero que
mejor ética que la de no mentir, como dice Olvido García Valdés. Que mejor
ingrediente para crear conciencia, hacer que la poesía sea mujer y, como dice
Ambar Past en su prólogo-poema, que mejor manera de hacernos templo con Ana
Rosa Bustamante y con su verdad.
Sardina,- Gáldar-
Canarias.
12 de octubre de 2011.
NOTA: Con la primera
parte del enunciado que titula esta reseña Jorge Rodríguez Padrón principia su
célebre artículo El barco de la luna. Clave femenina de la poesía
hispanoamericana, publicado en Fundación para la Cultura Urbana, Caracas, 2005.
El artículo también es citado en el interior de mi reseña
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