miércoles, 10 de abril de 2024

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A N A        R O S A         B U S T A M A N T E             |            Á G U I L A         H E M B R A


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Proyecto financiado por Fondos Conarte, Convocatoria 2019, de la Corporación Cultural de la Ilustre Municipalidad de Valdivia.

 


 


corpor ación cultural municipal valdivia

Conarte 2019


Ana Rosa Bustamante


ÁH                  GE                         UM                        IB           LR AA

 

 

 

 

 



 


 

 

 

I ÁGUILA


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los hombres para quienes una siempre resulta nueva y la primera

los hombres por quienes una escapa de sí misma los hombres para quienes no se es la hija de nadie.

 

Paul Éluard


 


1

 

 

M

 
e dejaron

junto al fuego arrinconarme con mi cría hambrienta

en el retorno de mi ausencia me dejaron el tintineo del mal.

Pero yo no me rendí     encontré pan en todas partes me dejé florecer sin el agua

y me dejé morar.

Recogí cartones en las aceras bajo la lluvia

no fui planta     no me dejé secar.

Pero aquí soy la sombra lejana del color la modestia de la noche.

La senda del paraíso es el sueño que germina sigue la carreta y entra contenta en la tarde.

Florece mi esqueleto con su llama en la cueva del veneno

el chal     la vianda

los espejos y mis argumentos me delatan.

El gusano en la ventana

y la hierba hundida en la boca.


2

 

 

A

 
nduve en callejones de fiestas tributo y complacencia

una sonrisa en mi cama virgen

luz de mis piernas.

Creíste que era mujer la dueña del goce y violaste la casa de la niña pequeña.

Me tortura los secretos el soplo de una muerta que nadie me relate cuentos mágicos

de noche

la ira del sapo en la flor del loto sin confianza me indujo al crimen

como caramelos las piedras flotan en el lodo para oler el ácido

del nenúfar. Quemarlo vivo.


3

 

 

L

 
a mujer desciende por los escombros al paraíso colinda con el infierno

y en la gruta levanta el pubis

en un concierto de lamentaciones noctámbulos arrastran sus colas sobre el cuerpo yerto

buscándola por su cuello suave y el collar con el mismo dolor de nacimiento.

Aguijón de araña y océanos blancos y sin memoria

labios pintados

rostro divino acorralado por el alcohol

entre las tumbas gritó fuerte sus rodillitas heridas atacadas por la ilusión

en un charco turbio

rosas caídas y malolientes cuerpo de niña.

Solo quería vivir

con la boca blanquita de satisfacción y mi ropa en buen estado

y mis vísceras sin germinar en el estiércol

vacuos cerebros.

No tuve opción.      La hidalguía en madrugada fue correr hasta última hora.

Lograste humillarme

en esa carrera de ombligos y cucarachas.


4

 

 

S

 
e me rompe la vida

en un cristal enmarañado en mis arterias arañas culpables que ocultan ensueños

y ponen límites a la lujuria echando babas   uniendo cuerpos sufriendo

pero laten     pulsan     gritan.


5

 

 

tus sueños son los ojos de una calavera…

Vladimir Holan

 

 

Y

 
me detengo fisgona

en el plumaje del zorzal

y me apedreas con sorna diabólica sumerges la vianda en el río

para adorarme sin condiciones.

Eres un ladrón de yugos con falsa cantimplora

y desértica flor.

Nínfula de quehaceres odiados despreciable dicha de no llevar collares la reina del barrio

cansada de aletear como una garza húmeda frente al espejo

y nadie posa sus pies más leves nadie tiene dedos más bellos

que esta cierva hinchada de gozo

en una estepa solitaria con sus carnes niñas.

Lanzaron rocas

para hacer su casa en la tierra la calle puesta en la cabeza frente que nunca se quiebra

habitantes de sombrero y corbatín ladeado por valiente bonhomía

por mí     por la fineza ruegas y seguirás así eternamente.


 

 

 

 

O jódete     (valdrá la pena) diles que fui la homicida la combatiente

que te apena el dictado de mi vientre modelado por caprichosos dioses pero sostengo ahora tu bulto

y a veces sangro por mis calcetines blancos

tu ignominia alaba en secreto raras bocas entre perlados vasos llenos y en mi axila

dejo al hijo con seudónimo por si pierdes la vida.

La guillotina te refleja    me dijiste.

Y un perfume tuyo en el filo me dejará despierta.

Calla no sigas.


6

 

 

M

 
e nació en la pobreza

un mendrugo de pan hueco con mis lágrimas de ciprés talado en primavera.

Como un perro a un lado del camino

solo le quedan los huesos y su carne es mi miedo agua que no canta lee en mi cara otro diluvio que no escribe el sol

cuando la fealdad es pecado mortal

y se convierte el agua en vino para que el pan se dore.

Haces cualquier cosa para ofrecer honor y que tu casa alumbre la calle.

Tendré dorados los pinceles en mi espejo y un buen maquillaje.

En un establo mi madre deshizo la paja con sus santos acuartelados

y evitó ser violada.

Dejó los retratos marcados

despertó sin ganas    tomó la bacinica de reojo pintó sus labios

descerrajó un tiro     dio el manotazo y su frente se quebró.

Cuando encerrados en el silencio esperamos el día siguiente renegó su maternidad

se agachó    planchó la camisa lavó su calzón

apagó su grito y huyó.


 

 

 

 

Hace tiempo dejé de llorar

la pena fue mordiéndome y cerré la tijera del dolor como si fuera ajena.

A manera de río seco

sin que nadie lo notara llegamos lejos. Quedamos huérfanos sacándonos la piel descascarándonos

nos ingeniamos para que nadie viera al bastardo enumerándonos

el exterminio.

Tiramos el excremento      la placenta el terrible deterioro de su nacimiento una rata a la basura.

Y nació

no sé de qué lugar logramos rescatar agua      sangre tejido sano

para que volviera a respirar.

Sin pagar promesas     sin comprar flores malgastamos solamente unas palabras que con delirio

logramos repetir en su cuna.


7

 

 

T

 
e dejaste disminuir       pequeño calendario

reloj sin minuteros      pajaritos ordenando el clima relamiendo un caramelo como una chiquita

con muñecos a los pies de su cama.

Borde de camisita rosa que chupabas de noche en la sombría habitación que dejamos para ti.

Los piojos respiraban con vigor sobre la colcha con el diminuto osito en tus manos pequeñas comías tu cena

la noche era la misma de ayer.

Una santa sobre mi seno que mascullaba la escritura de los salmos sobre mi tórax.

Cuando te dije      madre     bastaba que comprendieras que lo que pedía era el algodón de los predios

para restañar mi regla

y alicaída la bandada de pájaros

culpó mi desliz al viento y mi herida se machacó con los vibrantes sonámbulos

amedrentándome sobre la escarcha.

Así me dejé morir como un árbol frío en el espejo ruin del pasado

el torvo duende de mi boca      acaudalada de mentiras de escondrijos y ruidos que arrastran las ramas

solo en los meandros sobreviví.


8

 

 

C

 
ambié la danza por el teatro

porque violada estaba la estrella de mi techo asida a la comida

una huérfana sin traje de gala ni siquiera el pescuezo largo ni la tinta negra para firmar.

Dos calles mordidas por las llamas de las sombras la hediondez de las bocas y la inoportuna regla en la austera mesa del dolor

más    sería inventar la derrota.

Eva mordió mi mano sin manzana la busqué aprisa en mi refrigerador y atiné con su pedido     le di a beber hasta devorárnosla

y me defendió

se quedó a mi lado para encender las marchas ni una más.           Yo te creo                          me dijo.

Hubo un momento crucé el tumulto

le tuve miedo a la vida al nacimiento nuevo

a la mueca de un enfermo y al loco.

Qué bestia hurga entre mis cosas vestidos viejos en sótanos

nada negro que me joda la vida merodea laberintos tentáculos

una chica libertina que transa vuelos.

¿quién llora?


9

 

la palabra donde haya ido donde ella exista

y sólo ella

un germen de latido innato esporádico vientre de tierra y barro. Marcos Rivadeneira Silva

 

 

 

Y

 
mañana te irás con mis jergas de veneno para sangrar sin pena en los cubículos

sin flores

en la fosa común de un cementerio incestuoso pájaro de rutas que arriban con los moribundos improperios.

Maledicentes ángeles golpean cerebros que no responden.


 


 

 

 

 

II

DE QUÉ TE SIRVE SI,

AL VOLVER A ENCONTRARLO, TAMPOCO ERES FELIZ


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

es inútil que corras, porque este paraíso que fecundan tus ojos me pertenece ya, es la textura

del fondo de mi carne.

 

Juana Castro


 


1

 

 

E

 
s el riesgo que me cierra el corazón yo pienso con porfía

como lavanda a la luz y al cedro del patio en los pastos del rincón y el frío

en los jardines vecinos que moran en mis cejas

rosales peligrosos del fuego que encierro con mi rostro trasnochado en el silencio y no tengo tu calma

aunque amo la ceniza del fénix que te imita

que te entrega a los yuyos de primavera en un pequeño espacio seco.

Peligroso paradero.

El secreto de morir     callando

y el cáliz merecido de la mañana pulcra del polen esparcido en mis muslos

que tiemblan de deseo.

Ese valle que fecundan tus hombros se convertirá en hojas si lo intentas

la piel del cerco donde crece el húmedo tronco y no logro tener tu consuelo.

Tu jardín deshecho es mi pesadilla del laurel su savia y mi corola infértil sin cáliz ni ciervo.

Cuerpo.


2

 

 

O

 
ler los frutos en las piernas de la niña con la hiel de sus labios

sus hombros y su pecho

y el susurro de los viejos estantes polvorientos donde guardaba sus cosas.

Escribiendo

un sol negro pulsa la iluminación y su mirada reconstruye esperando que te vayas

pero su mano arrancaría tu mano si comenzara a moverse

y en el aire inhale sus carnes las revuelva como un tornado las haga volar tan lejos.

Como el ave en la calle

sus ojos caminan en el cielo

y sumerge su destino en la condena la llaga abierta

y así lava sus pies en un lago y deshace el dolor.

La que aparece de noche no soy yo vestida de blanco en la ruta de camiones son los gatos dispuestos a robar cualquier cosa.


3

 

 

E

 
l vapor del café

no me deja ver tu rostro reniega de tu voz que se apaga

y vuelves a gritarme con la sed de antaño cuando tenía el lenguaje adecuado

para devolverte la vida.

Estás viejo     tu aliento no trasciende para ceder sumisa.

Las aceras se recogen en las noches quedan niños solitarios

últimas batallas contra el libre pensamiento robando al hambre a la rosa que grita

y sus dientes

en las brácteas le dieron poder.

Se dejó seducir en el viaje a ultramar y el atuendo de moda en la historia del pueblo se dejó florecer.

Azul palabra de mentira suave entre ingenuos habitantes

de la calle y la rodilla se mece en su prominente cartílago.

Pocos años nada más para caminar en la oscuridad.

Ruego que el mástil no se caiga

la ruin melancolía de quince años.

Se cayó la bandera     quedó con su crespón sobre mi tobillo lo sacó de cuajo como el corazón de un pájaro

preso en el cuerpo de sus padres     repiqueteando de pena


 

 

 

 

en el cemento con cuerpos que aún no se encuentran.

Y se esfuman los trompos

las canicas de los bolsillos      la guitarra de quienes duermen bajo tierra con las manos acribilladas.

Así el amor mana todo el pensamiento raíz del nacimiento que hoy no canto

ni bailo ni hay aves resbalando por mi cadera.

Pero la vida me viene a mata caballo con ese amor           esqueleto que nos queda y ha llegado hasta aquí

musitando en mis cuentos.


4

 

 

C

 
ontigo fue fácil atraer los deseos

de un pino     recorriendo la ruta     los bosques

y en el alma la curvatura de la tierra como un animal cuando no sabía qué hacer dejé todo arriba

antes de lanzarme.

Era una mujer razón para seguir

entre los rieles cayéndose.

Todo se nos venía encima

mi cabello no encanecía y aún era joven.

Señas para mirar quedarme contigo y seguir

el calor de las escalas de piedra.

Un tendedero al viento y el polvo en las ojeras un zorzal

rebullendo.

Sangra el agujero del corazón donde un niño latía.

Y hay algo con vida en mi vientre que se marchita.

Camino por la ferias distraída como un personaje de Clarice y la mano se transforma

el ojo no ve retrocede.

Campesino

de esbelto movimiento del trigo tibio


 

 

 

 

con ruidos molestos

en la ruta de motores donde el insecto arranca lejos.

Se eleva el puñal de entre sus ropas el redil de los que llevan niños

el incienso de su risa la nariz de los que ríen en los campos

¡ay!    campesino de mi huerto la copa abriga

en el árbol de la ternura y se va a la urbe callejuelas

cabezas crispadas

de sol a mediodía.


5

 

 

L

 
a esquirla hablaba con voz de humano dejaba su polvillo.

En una ventana con aire escaso. Sin muerte aún amenaza

una escala que cruje.

Los pómulos encienden la dorada vereda anidan árboles en sus hojas

y un poco de polvo

tan lejos todavía para que signifique algo.

Entre piedras     maleza presta a provocar incendios

y tu rostro    la barroca superficie

de una mueca      la última antes del puñal y la murmurada ventolera                              la luz azul de la barriada.

Qué beber si a esta hora se me asoma una pestaña rascándome el iris

amortiguando la oscuridad del plato.

¿Puedo sentarme?     ¿Dónde escarbaré este pensamiento entre burbujas

que me agreden como personas distantes?

Yo no soy la que fui ni el sol se escabulle ni dejará que yo delinca como la ranura

que la moneda busca aterciopelando el metal con un sonido viscoso

y en el lóbulo de la oreja su posición definitiva.


 

 

 

 

Tener la llama en el mentón cerca de la lengua que no hable jamás.

Pasar el viento

donde habrá casas vacías

que tengan el polvo de los cadáveres.


6

 

Cuando los vientres se hinchan, las dejan solas, porque ellas saben.

Pía Barros

 

 

 

Y

 
o tengo un dolor que roba le saca la raíz a la tormenta

y soy la lluvia

de ahí la melancolía

la gota que ha hecho hoyos a destajo y corre por mis hombros

hasta que salga el sol y seque al viejo animal que me aprieta.

De carne y hueso

en madrugada sucede la tragedia en sus noches azules me delatan estropajo

sin sabor    sin pliegues una estatua blanda

una huella almibarada       lo que no pudo probarse. Llevas en tu cuerpo al matarife del renglón correcto carne

aliento

bifurcación de callejones.

Sacando una manzana con su interior muerto el veneno blanco del cielo

en humaredas que se llevan el jugo gozado. La noche láctea.

Y el espejo oscureció el reflejo para que no oyera ninguna voz que partiera en pedacitos mi figura


 

 

 

 

en mi mollera

con deleite de sufrir

una brutal imagen que se derrama desvaída

y se enciende a lo lejos

con otra cara asusta y aparece Nefertiti en la pared.

De carne y hueso

en madrugada es la tragedia y yo quiero vivir.


7

 

 

T

 
e vuelvo a ver luego de varios años estás más hombre

más grueso

tienes barba    quiero decir me podrías gustar.

Estuve presa todo ese tiempo en que no dijiste que a ti también yo te atraía.

Se movían los árboles rezumados por un olor a sexo

el castaño     un aroma raro

cuando nos penetraban diversas cosas como el viento

ramas piedras duras

y encendidas migas

que se inflamaron y pescaron todas las casas del barrio salimos gritando

nada habíamos hecho

solo una pierna salió volando y tu genital colgaba de mis labios

y nunca supe por qué.

Burlarse es buscar un arma para matar y puede ser un niño. La poesía encontrará palabras.

La palabra no es un jarro vacío.

El vino escurre en mis estambres

y cuando sea flor al aire me pondré ropa.

Cuando beba las sílabas de tus labios la lluvia me hablará en su idioma

y cantaré también con la embestida del agua.


8

 

 

S

 
i en la oscuridad puse una sombra llámala por tu nombre porque no soy yo

eres tú.

Y hay racimos en mis manos

escurriendo por mi cuerpo      hay otras cosas mientras tanto pongo un trapo a mis pies para que no se sequen.

Anuncian que ahora soy carne viva.

Y cuando el cielorraso manchado de insectos muertos mientras tú roncas

una veterana descansa de la labor diaria

sin consideración da cuerda al reloj del pasado los escrúpulos que enronchan los ojos intrusos del sol   se esfuman

desdichada la nieve roza desdibuja

guarda como una joya vieja los mares que no se disuelven.

Bienestar de la conciencia pensar en el dolor

como atributo digno

como el dinero compra alimentos.

Y se asoma algo que brilla entre las grietas fragmentos viejos de alguna carta secreta u otra vida anterior.

Sentada frente a la tormenta mascullando imágenes.


9

 

 

T

 
arde es esta noche y tengo hambre las letras dan palabras ávidas

encienden el traje que me tapa la sutil tristeza en los objetos que se borran.

Mis ojos se pegan con el sueño y al dormir se me queda

la escritura de visiones una mancha se me queda

entre mis ropas el ladrido de lejos que me engendra una noche

tan llena de bocas

este silencio de fantasmas que se acuestan antes que yo.

Quedamos sentaditos en la plaza las armas temblorosas

la nariz sangrando con los golpes pétalos secos cayéndose del árbol

nos sumimos en la tenebrosa libélula en el vino de la tarde

en los libros de historia

el himno del colegio y los instrumentos de la banda antes de iniciar la jornada

y desatar a nuestro compañero.


 


 

 

 

 

III

Y SE AHOGA EL PEZ EN SU PROPIA AGUA


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fui mancha fui polvo

fui grano de arena e insecto aplastado en el vidrio.

 

María Baranda


 


1

 

 

M

 
oscas desaladas en montículos de basura vejámenes que revisten espectáculos nocturnos.

Jóvenes de cuellos sudados. El tedio nos desarma.

En la niebla los hombres no resisten pierden la vida a veces se vengan

y regresan con el tino de los viejos encienden el tiempo nuevo, aunque haya sido mejor el pasado traerá entre la oleada de sus olas más muertos.

En uno de ellos quedó mi vida las artimañas

mi cabeza en la sangre de los pozos

con los hilos de los toldos agazapados al sol.

No niega los errores     no sacrifica a los perdidos no llora a los niños porque se bañan en el mar

y los engreídos lucen sus músculos bien alimentados ante las mujeres deseosas que no quieren peinarse como yo.


2

 

 

S

 
u cuerpo volcó de espantapájaros en la hora de la siesta

escapaban los gorriones y tiuques

mientras ella dormía      repiqueteaba     embellecida en el paisaje adecuado.

Escarbaba el donaire entre papeles los encendía de a poco

si los visos se atenuaban de color o de tristeza

sobrevivía.

Acosada

vaticinaba su poderosa posesión. Era una belleza en el estiércol ebria    enamorada

rogó virgen su inocencia

rechazada por el fuego del destino collar de perlas su sangre de mujer amaneciendo como un ave

en la celda del domingo.


3

 

 

M

 
e senté a mi puerta esperando al enemigo

le lancé un escupitajo.

Y tendí la ropa sobre el piso grité      ¡ayuda!

era una niña abusada por un viejo tiburón

y embebió el océano chorreándome el pecho bajando por las piernas a mis pies.

Olía el aire

un águila paría en una cueva embistiendo su puño contra la roca. Me dijo que no     que sí     le repetí no oiría más su canto sacramentado confesiones del clero punitivo.

Sin embargo le advertí que sanaría al alba con la cría bajo el brazo para darle de mamar en una piedra para sacar más leche.

Así estaba el día ya sombrío y el sol del roquedal haciendo equilibrio

hasta quedarme dormida.


4

 

Raquel le juntó los labios.

No fuera a ser cosa que se le metieran hormigas y la comieran por dentro.

Alejandra Costamagna

 

 

 

Q

 
más puedo pedir

las costumbres no desanclan trituran como la inquisición

un matarife

con ruinosa barba.

Y se ahoga el pez en su propia agua.

Colea el endometrio abanicándose de sangre en las arterias ovulares una trompa de Falopio rosa desintegrada después

del parto. Entre los remos y otros caminos antes de comenzar la marcha

por esta tierra de malas costumbres.

A los que me gritan en mi cara una porción de cicuta

un santo patrono me aconsejó a pesar de ser mujer

un bosque de hambriento sexo.

No habían tocado la melodía de Luis Advis que los llevaría de vuelta a Iquique.

Hay caprichos en todas partes. Pero aquí no hay más que calles mojadas.


5

 

 

L

 
a luz agrede a los niños

cuando les danza la muerte con rosales magníficos y asideros de serpientes.

Les riegan los campos con semen de arcángeles para llevárselos

y los ríos los detienen

antes de haberles prendido fuego.

Fue la historia de mi vida luego del incendio no logré salvar los hijos

la droga no me dejó avanzar renací sin embargo

me dijo:     estuve muerta un tiempo.

Una hidra me sacó el útero para no volver a parir.

Merezco la muerte     el apaleo la pantanosa celda fría

la lapidación     la hostia agraz de la vida no merezco más ni menos

si quieren quitármela que lo hagan lento como el gestor de engendros malévolos que quise olvidar.


6

 

 

P

 
erdida entre anuncios comerciales abatida como una servilleta de papel

los titíes de las tiendas

y la baldosa de cerámica       donde arriesgo caer con mi rostro embelesado de cosas

el perfume de las escaleras mecánicas

¡cómo flamean los decorados!

y las volutas rojas azules o verdes sobre los frisos iluminados

y mis labios en los espejos.

El cielo negro estrellado sobre mi cabeza me lleva a otras raíces

herir como cimiento de mi sueño mi largo camino

después de todo

el torrente con sus escombros golpeándome el cuerpo en las orillas sobreviví.


7

 

 

Y

 
a es difícil hablar

decir lo que riegas en la noche y en el día lo que muestras en la mesa.

Engendrar inseguridad

las incertezas de la piel y el corazón la misma marea de los cauces

y la endiablada desazón que te produce la lluvia en un día de viaje.

En fin.

Los pájaros volverán cuando no estés

y volarán hasta posarse en su canelo como lo han hecho su milenario tiempo.

La lluvia entona en invierno

la misma canción de los gorriones sus pelajes se opacan.

Se enredan a la lluvia en su dintel anónimo buscan puertas pintadas                                                 ventanas inmensas para dormir.

La lluvia y el sol     rasgando la primavera

en el pasaje los transeúntes cansinos no hablan

el agua ha mojado sus pies y arde en sus memorias una infancia corriendo a los nidos

apenas asidos de sus ramas.


8

 

 

T

 
u casa     estirpe de la que me has hablado yo iré a dejarte

dejaré mi verdad en tu morada no me pidas que mienta.

Los rasgos de las murallas evocan un rostro como el mío incendiando flores del cerezo

si no me amas.

Los labios de las urracas no paran.

El sol se arremolina en mi bolsillo del pantalón.

No tengo dinero pero relucen mis monedas en la mesa.

Yo abro la ventana y te sigo con la vista no vuelves la cabeza a la lejanía

ni a la grisura del cielo en mi muñeca la distancia entre mi soplo

y la llanura de flores amarillas.

Sin congoja llevo muchos años sin abrir mis alas

en una puerta cerrada diciendo las mismas palabras. Yo abro la ventana para volver a cerrarla.


9

 

 

P

 
orque dijiste que yo esperaría a ser grande

no bebo no fumo no soy ángel ni vuelo a tu arbitrio

porque los dos vivíamos siempre como el aire impregnado a las paredes y unas voces inocentes

que no vieron nada.

Y soy culpable en el juicio un desapego definitivo

una cruz quemando palomas por la paz de mi corazón y soy culpable de su riel chueco

y su glorificado libertinaje

y el hondo placer de la carne en que la puse para no dejarla delinquir

con el amor de los suicidas.

Dijo mi madre     sola como se entierra a los muertos cayendo a un abismo

sus cuerpos tiesos

y su respiración tímida.

Embarqué las ilusiones como quien genera dinero falso costeé viajes al extranjero                                                   como viajar a un planeta nuevo como evacuar las aguas negras de mi estómago

hueca boca sin palabras generosas

la agonía de no estar aquí como debiera.

Hay hombres para amar y otros para volar con ellos. Tejo un calcetín de lana                                                lo mido a su pie.


 

 

 

 

Pero no soy tejedora de calcetines.       No tejo el viento.

No retengo ninguna hora no soy la piel dañada la espátula con la que se despinta

descascara

pero en invierno me gusta usar la estufa y calentarme

y a ti te doy abrigo en este tiempo y vuelvo a zurcir.

Amar es derruir la tierra      hacerla de nuevo hasta el fin de la vida

lo que salga al camino.      Cuando vuelva nada tendré que comprar

y abriré el portón para que pasen los sabuesos del templo y los muertos digan amén

cuando despierte tan silenciada como ellos.


10

 

 

H

 
ay verdades que nunca dejarán de tenerte en los brazos

pero una mentira y caerás estrepitosamente como excremento a la taza.

Hay quienes tienen su verdad insoportablemente hedionda

que no la creen

solo por tener que sentarse en ella.

No tenía fe ni se miraba en los vitrales ni su talle tenía forma

era una estera sobre el suelo sin que nadie la posara hiel entre sus ojos para amargar la tierra

nadie encontró jamás sus ojos

para entonarle una canción de ojos negros para alabarle una serenata

la arrancó     olímpico      de sus garras para no darle postre acaramelado en la instancia majestuosa

que era ir a la cama con ella

pero un día la dejó por su amiga veinte años mayor por su experiencia en hacer camas

limpiar la casa encender la chimenea

y decir prontamente adiós.


11

 

 

E

 
l musgo en las orillas huele a latitudes de tiempos inmemorables.

Memorial del tiempo y vidas esparcidas en la calle en barcos viejos en valles de flores lentas

en viejas barracas donde las momias alguna vez dejaron su descanso

de esclavitud.

El musguito de la piedra entre los sueños de la noche

y el alféizar de los días felices.

El pelillo verde que se escombra en el alma

la nave de un olvido que jamás dejó la masa del pan para otro día

no hay más días para la sombra acostumbrada a conspirar

con la desolada residencia de los vivos.

No dejó pan para mañana ni hubo tiesas figuras de recuerdo que guarden

como se guarda el pan frío.


 

 

 

 

IV

PAN FRÍO


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y puedo decir tan sólo

un pequeño himno sin complicaciones quería escribir y tu nombre

es lo único que encuentro.

 

Anne Sexton


 


1

 

 

T

 
u sombra me carcome

en islas ignotas de mi cerebro.

Cada sílaba te escucho con su tarro y su comida tu pequeño sol de visiones ardiendo.

Rumbo viejo y laborioso para vivir.


2

 

 

S

 
e refocila

y se retuerce en un arrecife

entre carcasas y cuadernas de barcos con telas de arañas

pegadas sin brisa.

Y sobre las escamas      se le sube a sus ojos un rostro

y sus labios

se deshacen en el agua.


3

 

 

U

 
na cumbre donde miro su rengueo

entre arándanos de este pueblo hermoso

que celebra en su corazón      la belleza de los trinos y el astro en llamas

que se desmorona.

Así renacen los insectos

que se lavan en las agüitas de los surcos.


4

 

 

L

 
os turistas abochornados con sus botellas de agua

y empolvadas zapatillas rasgando la tierra dándole voz a las huellas

sobre su poblacho acostumbrado a la usura y al hacinamiento

al motor y a la prisa.

Les sonrío cuando ese perro les huele los bolsos con sus panes envueltos.


5

 

 

Y

 
mi cuerpo encuentra gritos de ciudades en rincones viejos.

Sonido de mar blanco     dinero negro.

Es este un camino mil veces recorrido

con la memoria llena de amores y desamores.

Un canto triste     a veces mi cuerpo clama

entre erial y monte     flor y estepa    vida y muerte.

Vértigo

aniquilador del agua corriente y sus peces del barro.

Su reflejo visceral en las esquinas queriendo llevar sus sueños mutilados sus lágrimas sus ratos libres

la complacencia de una mariposa

una laguna concurrida     buscando la gracia el tedio

la precariedad de la vida.


6

 

 

P

 
use un enjambre en mis ojos

puse la miel que irradiaba de niña en tus manos largas como un pulpo unas cuantas redes

en la conquista toda mi lascivia

como un trompo lanza su cuerda sobre los delfines.


7

 

 

D

 
ejé amarrados los restos de mi naufragio los dejé en el suelo

los besé con mi almíbar festiva que me inmolara la rienda antes no lo niego

pero ayer clasifiqué      eres para

cargarás con este cuerpo dadivoso      productivo fértil a cualquier hora

hasta cuando mires

que sobreviví de la tortura.

El deseo me castiga al final de los años pero está bien no soy sombra

tampoco el sol se me mete en el rabo ni en esquinas vacías.

Soy la única que se adelanta a los bares tranquilos a medianoche ebria con el ruin historial

de los que llegan a endiosar la televisión y ya la seda perfuma el aire de mis axilas con ese anhelo de moribunda

que siempre tuve.

Así mis maquillados gestos

que no merecían gobernabilidad

en cualquier momento la traición daría sed a los oblicuos ojos ajenos

y la enmienda de la despavorida suele matar a esta edad

sin embargo

ya no dispara el sol del pozo a las estrellas.


8

 

 

N

 
o llama a voz en cuello a los bomberos ni al postre de crema

la piel engrosa sin cuidado.

Es la vetusta vela que ilumina el cuarto de cocina ahora que no se puede costear gas

los helechos se mueven a medianoche       sin viento

sin rasgón milagroso ni macho alfa ni dominio de libros sin lentes para cerca

así estamos frente al vidrio

empañado brindando por el fuego a los primates por el delirio del cuento y el olor a madera

de un retrato viejo guardado.

Llueve y la lluvia avanza veloz

en la olvidada mueca de una niña

que no conoce la caída y toca a su gatita enferma agónica que ya murió.


9

 

 

L

 
a tarde amenaza dopa        envenena ruge como un cerdo

cuando los duraznos verdes intimidan la producción.

La importación no da jugo no hay color ni suave piel olvidando

que hay tardes completamente inocuas. Zarpó el cajón con la carga.

Pero te veré merodear por mi barrio salpicar tus escupitajos

amedrentado     desesperado    sin llamarme. Y ahora arde el sol sobre nuestras cabezas el palmo de tus sienes

y el brazo que te queda. Dónde estás ahora pensando que te espero

que los años duros de estudio dieron fruto antes que nos casáramos.

No puedes acercarte a mí te lo tienen prohibido

estás agusanándote de rabia

yo no te obedezco cuando me invitas.

Así estaremos años antes de surgir

y que el aire rezuma nuestros pinos que la casa envejezca y se pudra

la lluvia seguirá.


 

 

 

 

Y estoy empapada.

No te diré más.     Y llamaré a la policía.

Interrumpió el ciclo de su sangre en la distancia de su llama

¿por qué seguir si deseo revolcarme entre tus brazos con la llave puesta en la chapa?

Me besarás como lo hace un colibrí

empapado por el agua que salpica desde aquel lago misterioso

que suele aparecer cuando pienso lo que he vivido en este paraje parecido a la mundana estupidez

de vivir a gritos.


10

 

 

P

 
ensé quedarme con tus labios detenidos en la vaguada costera

pero preciso de un alma seca sin pensar que me duele

que no hayas venido a mi casa porque ya no recuerdas

que fui a verte luego de treinta años de exilio.

Así puedes tocar la hoja congelada que te muestra cómo un corazón se desarma sin el viento

que abraza el ciprés en Punucapa tantos años         luto tibio

que perdura sin embargo     como un diapasón oxidado da la nota a chorros

y te corta una vena.

La noche suele ser brutal acaudalada de lágrimas y palabras violentas como un incestuoso ser

que es el tiempo     que sigue sin parar.


11

 

 

N

 
ace así ese pajarito que respira en mi pulmón.

Nace como un pasito de niño

que no espera sino dar otro

y otro

hasta llegar a la orilla y mojárselo.

Que lúcido el conchito de la arena     también palpita sin sol      sin brújula     sin veleta

sin las copas de árboles

porque    en fin     no falta quien traiga

el sintético pozo que lo riegue y le deje una flor rascándose

el pecíolo.


12

 

 

U

 
n bote con una vela blanca tronando la quilla en pleno río detrás casas bellas

gente bien alimentada

feliz en sus diademas mirando a distancia el horizonte que pestañea con sofisticación sin nada de pintura.

Se asemeja a la férula de un brazo que trata de alzar su seña

que los quijotes no se acaban por un cigarrillo

se envalentonan

y sacan su traje de baño se tienden

se soban  se les aparece el yo del éxito y se renuevan sus notas con sus cantos clericales

más melodiosos.

Amo lo blanco con su suave aura y su altura espigada entre oscuros setos que adornan los caminos

los pasos torcidos

y los inmuebles «cabaña». Amo esta canción anual.

Este brujo esperpento que nos trae sonrisas.

Vamos de la mano cada tarde encendiéndonos el futuro persistiendo en la pulsación

en lo que ya no madura

lo que regresa en rocas gruesas que escalamos sobre casas          arena                         buitre    sesgo


 

 

 

 

caminamos

sobre una mancha de esos buitres que graznan tan feo.

Así

por más que tiemble

se acerca al plato de comida. Y sigue hablando.


 

 

 

 

V

CIERRA LA PUERTA


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y puedo decir tan sólo

un pequeño himno sin complicaciones quería escribir y tu nombre

es lo único que encuentro.

 

Anne Sexton


 


1

 

 

U

 
n relámpago entra al bosque en ramas que se agitan

desnudas sangrientas tiritonas heridas como yo.

Gritan las raíces

la espuma de los ríos desnuda de palabras ramas que trituran

los secos caminos de mis muslos que relinchan como banderas

y los bisontes de la nieve en la mirada de extraños una maravilla en el confín de la ciudad.

Me viste

sombrero de cintas de seda

entre los mares de gentes y ropa en desuso.

Alumbrándonos un ámbar en un lenguaje de murmullos con el cuerpo en el agua

chorreando bajo las ruedas de los autobuses.

Un pajarillo con las patitas flacas sorbiendo una gota en el parabrisas.


2

 

 

L

 
a mujer que te mira te sirvió toda la vida

con el hilo de sus frazadas manchadas de virginidad. La dulce Galatea asesinada.

Rubicunda perrita que nos cuida duramadre que se puebla de sombras y parapléjicos

que no volarán.


3

 

 

L

 
as gargantas de los caballos escupían agresivas como una idea sin fin

hasta recuperar la tragedia.

La estaca adinerada que no deja respirar

y no tiene fin hasta hoy que la ternura se apaga agoniza y lame los dedos antes de enfriarse.

Roe la brisa el sudor de las orejas    el montículo orinado las pestes negras de la historia cuando estaba en la orilla

y todo era un caudal de guanos esclavizando a los hombres a sus huesos.      Pero surgí de allí

mi madre me narró lo anterior a su grita

a su cabeza pequeña y a sus hilos escalofriantes para sobrevivir.

Se derramaba la sangre entre sus piernas como una granada

relampagueando el sexo de la criatura

por los techos oxidados y unos labios tristes la espuma del horizonte se evapora.

Los turbios rencores endurecen los muros

y nuestras arterias riegan con flores trizadas.

Aunque exista la muerte yo me hundo en el mar porque tu amor es un anillo de platino explotando en el interior de la tierra.

Estiércol en los corazones funcionarios malabares para decir hambre

y homicidios que dejaron el camino roto.


 

 

 

 

Seguimos regando. Seguimos besando y teniendo sexo pero el problema son los niños de la escuela

y los viejos recogiendo cáscaras en las ferias para comer.

Llegas tarde a trabajar.     No difieres del jazmín ni la calle del muladar hace ruido desdeñoso para no llevar un ramo de flores a quien no amas y yo no soy esa que no amas

tampoco la dama del paradero      la de ojos marrones que se hinchan por hablar porque ya nadie conversa.


4

 

 

T

 
e observo entre el gentío

y el tráfago de la ciudad cansada los ruidos extravagantes en mis oídos y en tu espalda esa cadencia

de un bar que te apañó.

Y solo un ruido de gong hizo florecer el aire en las malezas.

Ahora ya no existes

un día fundé el mundo en tus ojos profundos en la soledad abrí el océano

y lo llené de sangre.

Tus padres

te dejaron en un lugar desordenado

donde nadie decía el nombre de un ser humano te revolcabas ebrio como un cupido

sacando piedras de a poco te irías tan joven.

Me dictas desde la nube

que se deshace en mis pechos

la orden de un asno que se burla.

El mástil de mi sed ver a tu padre

un nudo abierto entre y yo.

El aro cardíaco de tu melancolía y la garza de tu hombro gritando que iríamos lejos.


 

 

 

 

Pero supe que te golpearon     yo no les dije que te golpearan tenías el monte sobre mí

la hundida cabeza que te hablaba. La noche granizada cortó mi cara.

La venia del discípulo entregó la verdad entregó la confesión con la mejor retórica.

Las lágrimas prendieron

la pubertad de antaño para hacer valer su ética que más de alguno

dejó en tela de juicio.

Era bello el chiquillo.       Divino. Pero los naipes estaban tarjados.

Ningún comentario sería convincente lo dejó arrastrado

vomitaba enredado a sus piernas a los papeles

y los labios amoratados por el frío seguían al alcohol         al sexo

a la cita de siempre

con el ruido del mar agujereando la bruma apenas helado el cuerpo.

El sonido de las luces de los barcos

apagaba el grito dulce de la noche y tuvo fin aquella escena que nunca supe si era real.


6

 

 

A

 
bre esa puerta que salpica polvo      ceniza y cabellos tira gritos       historia malsana        huesos efervescentes

sobre una piedra que habla y se deshace como lava

de un volcán inexistente.

Cuando la abras no la gires cuida que no se desprenda porque al otro lado siguen retorciéndose los últimos seres que no buscan nada.

No me devolví y vertiste el fuego a tus pies a tus pantalones viejos

a la desolada revelación

que no se dejó embaucar y yo no tuve la culpa.

El río agonizó días      la tumultuosa nieve se fue desperdigando por entre mis piernas porque el frío borró mi nombre

del mundo y vomité toda la noche.


7

 

 

E

 
n el mini Austin te vi combatir aquella tarde sin anunciarme quemamos los camiones no contaste a nadie

que dejamos de persuadir a esos niños y el alimento se fue añejando.

Ahora rasgan la máquina los comensales arruinados. Miles botados       heridos                              murmurando utopías despierto y los veo

mascullar banderas rotas estrellas blancas el rojo de la tela quemando el azul del himno desteñido.

Las cosas siguieron su curso fue una adolescencia perdida maltratada

red    reiterativa desazón     para decir amén porque dejé el túmulo

por temor a seguir la vereda y que no haya sombra comida ni puesta de sol para amanecer contenta.

Cualquier mujer es como un destino      para conversar con ella.

Para que te diga lo que quieres que te diga

y te apoye en la grieta que cayendo va al yeso inútil

las piezas que faltan      el goce     la marisma que te soporta y un domingo.


8

 

 

U

 
n ruido incandescente amortigua este insomnio esa desigual mirada de los dioses

fruta a medio mordisquear ese bulto

que la noche regenera en anécdotas ebrias

con ese pas de deux como albañiles de altos cimientos.

Ese ruido que nos place nos despierta nos molesta como el picaflor

rascando la corteza en el nido ausente

la escalera por donde descienden los pájaros

ese queltehue de ojos claros     vestido a la usanza antigua hablando fuerte y alambicado

pronunciando eses exageradamente ibéricas que sin embargo adoro

pues me recuerdan el teatro de García Lorca.


9

 

 

E

 
sta melancolía suicida rompe el lóbulo con sus dientecillos

y se rejuvenece con su nuevo rostro finge la serpiente a las tres de la tarde

cuando roza el turbulento avión mi poema lo desarma.

Yo no tengo la culpa te dejé volver

¿ahora quién apagará el fuego los frutos deshechos

quién los dejará en el tacho

en los rincones entristecidos con mi cuerpo nervioso?

Subo la cobija en la ventana para no mirar

cómo suben a horcajadas la calle.

Cansados

en bicicleta     desperdician la tarde.

Por donde miro la ranura los destajo a pedazos luz de la sombra

la madera que corta el tiempo en miles de horquillas

clavándome los ojos por ver el pedal que se adelanta que la subida tiene baldes de agua

y beben del sudor de su santa madre.

El agua muge     les digo que beban el agua que los cojan con ganas

de hundir sus cabezas

en esas atrofiadas ramas     colgándoles la ropa


 

 

 

 

las distinguidas palas     tendidas en el río en la ruta de los cántaros

los precisos rastros del calor y la frente sudada.


10

 

 

N

 
o me gusta el lenguaje directo

¿por qué si puedo decir que te devoras el mar? por amor un párpado es un filo de ternura.

Ya no eres joven.    Dices que ya no te enredas en el plástico si tus pasos dan rienda como el dinero.

Un soplo travieso para seducir al odio.

Espero que me entiendas

quiero conmoción      quiero zamarrearte inducirte al crimen

porque este efecto mueve el acto de percutir el piano en un ritual y tengo artritis.

Yo pago por ti.     Por esa sonrisa mordiendo el pavimento con animales desguazados y su corazón abierto.

Yo pago.     Dejo el relato urdir en tu vida la noche descuartizándote

cuando me hiero a misma.

La familia te quedó mirando

con el hálito sin fuerzas de un ave sucia.

Pero sigue la vida

el nacimiento de tus piernas tus brazos

tus ojos

tu conducta.

Sin ninguna construcción milagrosa solo una fruta buena.


11

 

 

N

 
o mires hacia atrás

te llenarás de sal y eres alérgica.

El cielo de ayer

no adormece al pájaro de hoy y mañana no se nublará

ni el sol volverá a brillar pues hay un río adentro detenido a esta hora.

Toqué fríos rieles en la Costanera

una madre amamantando levantó la voz

avisándome de su recuerdo      de su memoriosa rienda en el estómago.

Placenta.

Salivosa palabra enfrascando su respiración en una bola de colores

sin gritos sin silencio echando oscura raíz en casas habitadas hace años.

De qué escribir     me sale saliva de cualquier forma  y se me cae la casa aturdiéndome con tanto cinismo me cruzan los brotes trágicos

y los sueños se me atraviesan como hombres a los huesos

cieno sanguinolento      rojas heridas calvas cabezas

y asesinatos ajenos llanto

mucho llanto


 

 

 

 

para después permanecer silenciosa y resignada.

El tráfico no se detiene.

Puedes leer mis poemas o mi poema larguísimo

como una aguja ansiosa que cose las coyunturas por donde pasa la vida

antes de apartar el agua de mis labios.

Linda canción de utopías, la del Lennon chileno

que hurgaba en los almohadones como rana sin dientes

con la última nota cadenciosa

murmurando en nuestros oídos.

Yo besé su guitarra     su voz     el arpegio magistral de su cuerpo

hasta enterrarnos juntos en la arena de la playa cuando la noche llegó con su tibia prisa

con sus gritillos y su sombra clara en la roca.


 

 

 

 

VI TUS OJOS

DOS LAGARTOS ENARDECIDOS


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bésame, pero que no te sepa amarga.

 

Geo Bogza


 


1

 

 

A

 
l pelar la manzana te atravesé el cuchillo te sangraba el tórax

tus ojos eran dos lagartos enardecidos sobre el césped.

Las hojitas del pino te espolvoreaban los párpados morados reflejaban una tragedia de Eurídice.

Gemías sobre mis pechos

las brasas freían los caracoles infinitos

y había una mortandad de gusanos en la tabla untándonos los dedos con salsa chupándomelos mordiéndomelos

hasta que no había más para poner en la carne.

¡Salud!

Te prometo no volver a desnudarme ante ti me pondré una bata antes de bañarme

y el ángel de la muerte visitará a otros.


2

 

 

M

 
ientras mis manos moldeaban sus dedos y sus uñas advirtiéndole que dejaría su esplendor en la fábrica

haría todo el trabajo para él le daría el desayuno

lo vestiría     le plancharía      le daría diariamente un bocadillo pero se fue                    no quiso compromiso

hasta ahogar el pez en las tinieblas

y desde allí quedó mirándome para siempre.


3

 

La muerte se esconde tras paredes gruesas en bolsa negra y desechable.

Verónica Zondek

 

 

 

H

 
emos vuelto al cementerio    a ejercitar nuestra imaginación avanzar       pisar vasijas y los remolinos de plástico.

La cafetera está caliente para bebernos el café

y no quedarnos demasiado quietos entre nuestros compañeros viejos que nos sonríen

con los suaves susurros de sus caras. Al llegar a casa la vieja puerta rechinó recalcando los vocablos que intentaban llamarte entre retratos.

Y dejamos los zapatos afuera de la casa

metí los dedos en la grava      que no metieran bulla que la tristeza no fuera habitación

de rostros ancianos.

En una llama atravesando el hueso de la espalda sin poder acostarnos

por tanto ruido     gritos negros    núbiles deseos

de una esfinge durmiendo      también una serie de montañas adueñándose de la calle

y al fin nos metimos a la habitación.


4

 

 

Y

 
se cierra la puerta     no    no es la puerta

es la cortina que me engulle       y es tu boca que rehace este instante

la barahúnda que se aglomera no es rencor

es tristeza solamente que se aposta sobre mi cuerpo

y no solo tengo miedo      también deseo mi resurrección para abrazar los momentos vividos

y nada sea más que un latido final.


5

 

 

H

 
ay un tejido de rancios olores

como un ser desteñido en mi palma.

Un dolor palpitando      derramándose en mis retinas un ser que surge  que inhala                                  y me atraganta.

Un calamar sin su tinta.

También mi hermana controló todos los globos y la serpentina dejó que me paseara y nunca aprendí a leer

hoy uso la traición      que no me nuble la mente dejarte en paz    no verterme

más que en las quebradas

de un glaciar que se va derritiendo.


6

 

que un búho huérfano y enfermo aconseja a los hombres

que besan sin amor a las muchachas

Georgina Herrera

 

 

 

E

 
stá saliendo el sol luego de tantos meses y en esa figura de varón

se encienden las riendas con la rauda ventolera

almacenando la paja en su pecho dejándose encender

con tanto frote     tanta alicaída tempestad que juntó en la noche con sus bestias                               sus ronquidos

y la tos de los que llegan y se nutren con el fuego preciso de las piedras

de los que caminan eternamente y no sueñan

y van a tropezones

criticando

como denuncian las estrellas a la muerte.

Las calles de la madrugada arrastran las sandalias viejas

palpitan aún dejándome toda la historia de mi vida en tu palabra terca

a esta hora    en esta calle     en este trago.    Sin más rencor de haber vivido en vano                        cuando ya estás lejos.

Te has ido y no vuelvas      porque tengo libros en la cesta y un prestigio que ninguno me arrebata.

Tienes unos ojos tan verdes como un cocodrilo y en una isla te recuerdo.


7

 

 

E

 
stá la plaza a oscuras con unos robles ladrando.

Rinconcitos vacíos troncos firmes

como el latido enamorado.

Y vuelvo a ti enfurecida recorriendo los asientos las baldosas   la fuente llena de peces

y en mi vientre deseando volcar las nubes sobre mi talle recorrer la luna en las estrías que odias

besar la nieve lejana.

Así se duerme en la somnolienta hierba ajena despilfarro la vida y la muerte

y el corazón que ruge cuando demoras.

Refulges levemente

por decir lo menos con elegancia.

Figura gozosa     tiniebla dorada entre las hojas del bosque donde Dios no penetra o no quiere entrar fríamente

ni rozar ninguna hoja     ni el polvo despierta

con su inmaculado ojo    ni las prisas de los dictados ningún jolgorio siquiera despertará la ternura.


8

 

 

M

 
e gusta mirarte

contemplar la ambigua niebla que te encubre

entre el laurel y la acacia como quienes incriminan y desean el nuevo universo      un sudario

una sábana y una fruta.

Muertos que nos siguen tropiezan con nosotros como el agua limpia de la mañana

atravesando nuestros pies.

Muertos

porque no cualquiera va a seguirnos no es lo que queremos

es lo extraordinario

aunque sepamos que también andaremos circulando entre nosotros.

Yo también persigo ael amor

pero esta depresión me indaga desordenando el cuarto.


9

 

 

Y

 
o también soy la soga     tu lengua martirizada

la endiablada desazón cuando nada podemos reclamar y tengo que irme adonde los huesos cabalgan.

Y es difícil escribir ahora del amor        cuando se pudre el cuerpo en el lagar y es un cerdo

el que da la orden

de humedecer los arados con sus uncidos bueyes besándose sonrientes con la semilla pronta a estallar.

Miré por la ventana

el día soleado se encaramó en mi pecho se dificultaron las cosas

y me dije:

anda     revuélcate

no hay más que un sembrío

entre gusanos nadando en el lodo.


10

 

 

Y

 
tú querrás llegar igualmente a la tormenta a los rayos enloquecidos

con tu bello rostro lo atormentarás dejándolo partir,

pero te quemará la duda.

El descenso a la tierra te volcará

con turbulencias para no llorar o quizás sí has de llorar a sollozos

sola y en soledad te mantendrás sin influencias.

la que sobrevive

la que arrienda un altar en los peores momentos. Has ganado             has ganado un túnel entre tus dedos y la claridad ahí indicándote la salida.


11

 

 

A

 
migo     si bebes    no podré seguir tus sueños

tus anhelos redondos      el arco iris blanco de tus bolsillos.

La arremetida de tu ruta sabiendo que un almuerzo es imprescindible como una copa.

Te dejaré ir al mar

a la puesta del sol con Rimbaud en el barco ebrio para persuadir a los tripulantes

que sueñan con el comienzo

con el timón devolviéndose a la estela que no dibuja más el mapa de los dioses

que nos dejaron un día con la mano estirada.


12

 

 

C

 
uenta mis cabellos quemados en las puntas que se pegan a la pared

con grafitis sin pudor.

Y un clavo me penetra la columna. El polvillo acre me pica.

El viento abre mis brazos y lames mis axilas pegado a esa pared escrita

y tus uñas en esas letras de mi espalda que crecieron conmigo.

puedes leer    yo estoy vuelta hacia a ti.

Qué te dice esa muralla con mis vísceras colgadas

en tus hombros    y esa expresión de arrepentimiento.

Arrepentirte

no me entrega sed con sangre

no me deja embadurnar de semen mis muslos no bostezas ni me entregas la latitud de la noche que de una vez por todas te quedaras aquí

para llenar este vacío

que se esparce por mi sangre

para sentir que he nacido y renacido con mis crías.

Estoy cansada

un poco triste     una grandeza

cada vez que pienso en tu cuerpo     tu cama

y los miles de dolores que sucedieron a esa edad revolcándose.

Había que instruir a alguien

para encontrar la mariposa negra en mi vulva y hacerla revolotear en eso oscuro.


 

 

 

 

Pequeña de bruces

sobre tiras viejas     techo apolillado de un patio olor secreto        secreta                         extraño suceso.

Sola     sin adultos que la tengan a la vista no hay cuidado cuando almas ingenuas ven bondad en la infancia

si no    pobrecita la pequeña que no supo explicar.


 


 

 

 

 

VII

ENTRE CUATRO PAREDES SE SOSTIENE EL PUERTO DE MIS CADERAS


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Solo los ángeles son capaces de sufrir, solo los ángeles caminan

entre tuberías de óxido y tierra.

 

Maha Vial


 


1

 

 

E

 
ra sangre en cuerpo frío      sangre    agua que limpia lo sucio y saca la raíz

como si nada. Grita la llaga

la compasión

entre ropas y luciérnagas opacas en la noche trágica.

Y no he de cerrar las puertas

porque mi casa es pequeña y esta boca sin palabras sagradas se quema

como si nada sucediera. Ese vestigio de flores secas en la hora de mi cena

lo boté lejos.

Hedor que me sube por las piernas como beso al aire

por un desconocido.


2

 

 

L

 
a noche es una loba

una madre loca     una abuela represora una tía ensimismada.

¿Adónde puedo ir a esta hora? Los cines están cerrados.

¿Dónde me pondré los talismanes para que lo glacial se meta en mi boca

y no haya pecado

como me enseñaron en las monjas?

Matar esta serpiente

que se introduce por mis flancos mira           quisquillosa             ordinaria

otras partes menos floridas     y tremedales que me invitan abriéndose a la luz de Monet ese gran iluso que pinta el aire bajo el sol.

O ese suicida de ojos amarillos que busca un implante en su corazón             y una oreja nueva

porque nadie lo oyó.

Yo no quiero historias que avergüencen la hornacina que me hinca

ni la deshonra me apedree

como si fuera un ser humano     una mujer de carne y hueso una lánguida espuma

que la haga pan fresco

y que sea devorada.     No.


3

 

 

H

 
ay un hechicero tocando mis dedos ojo mortuorio que exuda.

Hay piel     sudo

en una copa temblorosa.

No me canso de cantarle a lo precario con el ardor encima

al príncipe que esta tarde mordió el aire y cogí el helado con fuerza

hasta triturarlo en mi boca. Una lid morena.

Avergonzada me dejé saludar hasta que cerró el comercio.

Era bello como un corvo limpio.


4

 

 

S

 
u cabeza sacudía enloquecida por mentir.

Venenosa su sapiencia

dejó que la pusieran en estrado

para recurrir a los dinteles poderosos.

Ser acusada

como una golondrina de pecho rojo y el negro de su pelaje permitiera el blanco corazón que nunca tuvo.

¿Por qué teñiste la espuma del mar mi triste Violette?

¿Por qué elegiste la película ese domingo?

Las turbias aguas llegaron a tu sed

por el pico verde de un ganso que se dejó ennegrecer en un pozo.

Y por el puente cruzaste el pantano olieron los árboles al podrido infierno y dejaron todo listo para encerrarte pero fue en vano.

En libertad lloras tu tristeza

tu falta de armonía en tu jardín tu cicatriz doliente.


5

 

 

D

 
ecidimos convertirnos en el holocausto de la rutina en la gleba de las gaviotas

dejamos la corriente del vampiro

en la sangre

no quisimos convertirnos en paja.

No somos como el día con sus horas grises ni quemada sombra de angustia

canal de regadío     raíz sin hojas el rabo de la especie.

Dos entre larvas.

Pero querías exclusividad.

Había cambios.     Y seguía la tierna voz en el oído

la sexual maraña que nos atrapaba en un viejo colchón.


6

 

 

C

 
uando vivía en un rinconcito rodeado de patos y nenúfares abiertos

te acercaste a tirarme pan

y estos ojos de pato te sacaron las retinas te molieron a peñascazos

te dejaron helado a 30 grados

en el clavijero de mis instrumentos.

No quise hablarte. Los ceniceros olían mal

y el vino es poesía con su color    aroma    y sonido al cortarse la luz.


7

 

 

C

 
ambié mi pantalón para que dejaras a los ciruelos batir sus cáscaras sobre mis muslos.

La respiración bajó lentamente y te involucré en los sueños como una bandera en el viento.

Y en la sombra se alojó el espacio entre tu leal respiro y mi afán de poderío

en las horas laborales de un parque podando canicas escondidas en los bolsillos.


8

 

 

A

 
ún era una adolescente.

Y tranquila rasgó suavemente el tejido del mantel

rogando a la imagen urdida por manos ajenas que también ella huele

a la comida fría      a las tablas de las paredes que parecieran sus grietas                                 palabras retenidas en el insomnio

bizcochos

que vendía los fines de semana.

Se ha vuelto a nublar y se abalanza la masa gris de los arbustos sin fruto

que escarban la tierra

sin saliva ya en los genitales.

Pero aguardo la sensación que me llamaba joven cuando rompía las hojas de los cuadernos.

Ahora

bamboleo en la carretera y el destello del aire caliente penetra en mí

como una fístula cumpliendo un crimen

un tiro de gracia      una buganvilia envenenada eyaculando su jugo en la vulva pudorosa renegando su vértebra         porque tú te callas para que el pájaro duerma

sobresaltado    dormido sobre los bosques oscuros total   hay espacio entre humedad y río

para tirarme.


9

 

 

E

 
n un tren con la luna sangrando

en mi sexo     di de beber a las criaturas gritaron sus miembros hasta nacer sus alas

encontré una hermosa escama entre las hojas blancas del amanecer

las píldoras como larvas en mi ombligo       deshechas y abierto el frasco.

Madre     ven

mi bebé se desmorona

y mi seno no está dibujado en sus imágenes.


10

 

 

D

 
eja que pase mis manos por tu joven cuerpo que mi último tren te embista

los tacos hagan cierta la ostentación de este cuerpo usado por los hombres rudos que dejaron sus sueños

en el descanso de la escala y el tintineo de las copas

te ensordezcan de comentarios

porque construyeron tu oficina y tu traje. Ayer no estabas            hoy respiras                  mañana vaya uno a saber qué ola tendrás a tus pies.

Entre cuatro paredes se sostiene el perlado puerto de mis caderas

el aire abotagado de historias y cruceros se enredaron en tu leche y mi trago

mi padre dejó sus remordimientos y entregó las listas de los mordidos hombres sobre el velador

y yo maldije a las flores blancas entre mis piernas  la tela adherida y el lugar donde cené pocas veces entonces me dejaron partir          renunciar a la escuela y la lectura fue siempre la misma

sobre la sangre del héroe.

En este cuarto lúgubre donde duermo contigo cada decibel azul rompió la hora bella.

que habías crecido en soledad

no dejaste el plato mejor para nosotros ni tuviste el desgano de dormir siquiera.

¿Ahora dónde estás con tu derrota sobre los servicios de plaqué


 

 

 

 

donde escribirás tus memorias con tanto frío?

Los mastines duermen y cuando despierten seguirás allí golpeándote los ojos contra el vidrio

y me levantaré a acariciarlos para que la calma calme el hambre.


11

 

 

E

 
n el umbral de mi puerta tu cabello atrapa

el girasol

es flor de otoño

detiene el sol     arranca de mi mente como un globo

porque eres mi amor sensato el redentor de mi sangre.

Células muertas mi carne en el hocico del perro

alborotando las paredes de mi cuarto

sin puertas bullentes      sin copas trizadas ni domingos     quebrando los retratos

de mis seres queridos.


12

 

¿   uién es si no es ella

Qla que viene a ti

como si fuera una pluma que cae en la noche?

La melancolía agrede

con su torrencial saco de estrellas

y se burla de su pasajera     adormecida esquela sin letras nocturna imagen que bate como un insecto sus patas

y allí bostezas sobre el armario cubierto de polvo.

Afuera las sandías aún no maduran

tus ojos revelan esa felicidad que nadie logrará darte.

Ni un mínimo pudor despertará     para impedir el nacimiento de las aguas en que las ranas se ahogan de espesura

jamás de carencias.

La tarde se enfría y tengo hambre merodeo por los antros de mis sueños sumergiéndome como un pez

una esperanza

una serpiente invisible.

Algo en se tritura como una lengua humana.

Yo soy la perdida dentro de mi cuerpo

en mi propia casa bebo la luz y me la dejo penetrar con dolor es la única manera de saber que sufro

que duelen esas palabrotas

en las desoladas tardes en que me echaron como una piedra del camino

Lee bien     ¡óyeme! no he hablado

ni respiro siquiera

pero un soplo tritura mis tejidos en esta habitación a la intemperie.


13

 

 

N

 
o me dijiste que me detuviera

y el pavimento graba mis palabras y mis gestos transfigurados.

La letal lengua de una vecina es el arcoiris que gotea en mi cárcava

los tiernos dibujos de una niña saltando el cordel           como un perro sin tributos ni espejismos.

Nunca llamé mío al que delira.

En los museos encontré el viejo amor de los pintores por las puestas de sol y el desayuno en la cama.

Había muebles en los patios también viejos constructores de rosas en el pómulo

y en la oreja un fagot.

El mar se hace picadillo tras mi ventana, el sol asoma sus dientes entre nube y nube tu sombra lejos de mí

sin voz sin vida

sin diploma.

Ilusionada me pongo en esta primavera de lluvias.

Cuántos rayos de sol sobre mi casa cuántos cuchillos en la mesa puesta y el álamo como un curandero entrechoca su pecho sin

nada más que magulladuras del cordel en el cuello.


14

 

 

E

 
l fuego corta los hilos de tu vestido los derrama y los anida

para guiarte al infierno     ¿Y no quieres venir?

Tus músculos nadarán con fuerza como un entrenado gimnasta.


15

 

 

E

 
lla se esconde en la alcantarilla con el revólver

los tallos en el cuello de la muñeca por si se escapa

y los órganos desperdigados. Pobre loca.

Redunda en las mismas tragedias como una actriz.

Es águila hembra

vieja se esconde para sacar sus garras en la montaña

y sus plumas      una a una hasta quedar desnuda destruir su pico en la roca volar en picada

y cuando sea un ave nueva vuelva

a coger el palo al vuelo.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

contenido

 

 

I

Águila, 5

II

De Qué te Sirve si, al Volver a Encontrarlo, Tampoco Eres Feliz, 21

III

Y se Ahoga el Pez en su Propia Agua, 39

IV

Pan Frío, 55

V

Cierra la Puerta, 73

VI

Tus Ojos Dos Lagartos Enardecidos, 91

VII

Entre Cuatro Paredes se Sostiene el Puerto de mis Caderas, 109


 

 

 

 

 

 

 

Esta primera edición de 500 ejemplares de

Águila Hembra,

de

Ana Rosa Bustamante,

se terminó de imprimir en septiembre de 2019 en los talleres de

Imprenta América,

(63) 2212003, www.iamerica.cl para Ediciones Kultrún,

(09) 9873 5924, 653,

edicioneskultrun@gmail.com

Valdivia, Chile.

Diseño, portada y cuidado de la edición a cargo de

Ricardo Mendoza Rademacher

Todos los derechos reservados.

Se autoriza su reproducción parcial para fines periodísticos,

debiendo mencionarse la fuente editorial.

© Ana Rosa Bustamante, 2019.


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DAVID FERNANDO DUKE - PINTOR SALVADOREÑO

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