A N A R O S A B U S T A M A N T E | Á G U I L A H E M B R A
Proyecto financiado por Fondos Conarte,
Convocatoria 2019, de la Corporación Cultural de la Ilustre
Municipalidad de Valdivia.
corpor ación cultural municipal valdivia
Conarte 2019
Ana Rosa Bustamante
ÁH GE UM IB LR AA
I ÁGUILA
Los
hombres para quienes una siempre resulta nueva
y la primera
los
hombres por quienes una escapa de sí misma los
hombres para quienes no se es la hija de nadie.
Paul Éluard
1
M
e dejaron
junto al fuego arrinconarme
con mi cría hambrienta
en el retorno de mi ausencia me dejaron
el tintineo del mal.
Pero yo no me rendí encontré pan en todas partes me dejé florecer sin
el agua
y me dejé morar.
Recogí cartones en las aceras bajo la
lluvia
no fui planta no me dejé secar.
Pero aquí soy la sombra lejana del
color la modestia de la noche.
La senda del paraíso es el sueño que
germina sigue la carreta y entra contenta en la tarde.
Florece mi esqueleto con su llama en la cueva del veneno
el chal la vianda
los espejos y mis argumentos me
delatan.
El gusano en la ventana
y la hierba hundida
en la boca.
2
A
nduve
en callejones de fiestas tributo y complacencia
una sonrisa en mi cama virgen
luz de mis piernas.
Creíste que era mujer la dueña del
goce y violaste la casa de la niña pequeña.
Me tortura los secretos el soplo de una muerta que nadie
me relate cuentos mágicos
de noche
la ira del sapo en la flor del loto sin confianza me indujo al
crimen
como caramelos las piedras flotan en
el lodo para oler el ácido
del nenúfar. Quemarlo vivo.
3
L
a
mujer desciende por los escombros al paraíso colinda con el infierno
y en la gruta levanta el pubis
en un concierto de lamentaciones
noctámbulos arrastran sus colas sobre el cuerpo yerto
buscándola por su cuello suave y el collar con el mismo dolor de nacimiento.
Aguijón de araña y océanos blancos y sin memoria
labios pintados
rostro divino acorralado por el alcohol
entre las tumbas gritó fuerte sus rodillitas heridas
atacadas por la ilusión
en un charco turbio
rosas caídas y malolientes cuerpo de niña.
Solo quería vivir
con la boca blanquita de satisfacción
y mi ropa en buen estado
y mis vísceras sin germinar en el
estiércol
vacuos cerebros.
No tuve opción. La hidalguía en madrugada fue correr hasta última
hora.
Lograste humillarme
en esa carrera de ombligos y cucarachas.
4
S
e me rompe la vida
en un cristal enmarañado en
mis arterias arañas culpables que ocultan ensueños
y ponen límites a la lujuria
echando babas uniendo cuerpos sufriendo
pero laten pulsan gritan.
5
tus sueños son los ojos de una calavera…
Vladimir Holan
Y
me detengo
fisgona
en el plumaje del zorzal
y me apedreas con sorna diabólica
sumerges la
vianda en el río
para adorarme sin condiciones.
Eres un ladrón de yugos con falsa cantimplora
y desértica flor.
Nínfula de quehaceres odiados despreciable dicha de no
llevar collares la reina del barrio
cansada de aletear como una garza
húmeda frente al espejo
y nadie posa sus pies más leves nadie
tiene dedos más bellos
que esta cierva hinchada
de gozo
en una estepa solitaria
con sus carnes niñas.
Lanzaron rocas
para hacer su casa en la tierra la
calle puesta en la cabeza frente que nunca se quiebra
habitantes de sombrero y corbatín
ladeado por valiente bonhomía
por mí por la fineza ruegas y seguirás así eternamente.
O jódete (valdrá la pena) diles que fui la homicida la combatiente
que te apena el dictado de mi vientre
modelado por caprichosos dioses pero sostengo ahora tu bulto
y a veces sangro por mis calcetines blancos
tu ignominia alaba en secreto raras bocas entre perlados
vasos llenos y en mi axila
dejo
al hijo con seudónimo
por si pierdes la vida.
La guillotina
te refleja me dijiste.
Y
un perfume tuyo en el filo
me dejará despierta.
Calla no sigas.
6
M
e nació en la pobreza
un mendrugo de pan hueco con
mis lágrimas de ciprés talado en primavera.
Como un perro a un lado del camino
solo le quedan los huesos y su carne
es mi miedo agua que no canta lee en mi cara otro diluvio
que no escribe el sol
cuando la fealdad es pecado mortal
y se convierte el agua en vino para que el pan se dore.
Haces cualquier cosa para ofrecer
honor y que tu casa alumbre la calle.
Tendré dorados los pinceles en mi espejo y un buen maquillaje.
En un establo mi madre deshizo la
paja con sus santos acuartelados
y evitó ser violada.
Dejó los retratos marcados
despertó sin ganas tomó la bacinica de reojo pintó sus labios
descerrajó un tiro dio el manotazo y su frente se quebró.
Cuando encerrados en el silencio
esperamos el día siguiente renegó su
maternidad
se agachó planchó la camisa lavó su calzón
apagó su grito y huyó.
Hace tiempo dejé de llorar
la pena fue mordiéndome y cerré la
tijera del dolor como si fuera ajena.
A manera de río seco
sin que nadie lo notara llegamos lejos. Quedamos huérfanos
sacándonos la piel descascarándonos
nos ingeniamos para que nadie viera
al bastardo enumerándonos
el exterminio.
Tiramos el excremento la placenta el terrible deterioro de su nacimiento
una rata a la basura.
Y nació
no sé de qué lugar logramos
rescatar agua sangre tejido sano
para que volviera a respirar.
Sin pagar promesas sin comprar flores malgastamos solamente unas palabras
que con delirio
logramos repetir
en su cuna.
7
T
e dejaste disminuir pequeño calendario
reloj sin
minuteros pajaritos ordenando el clima
relamiendo un caramelo como una chiquita
con muñecos a los pies de su cama.
Borde de camisita rosa que chupabas
de noche en la sombría habitación que dejamos para ti.
Los piojos respiraban con vigor sobre la colcha con el
diminuto osito en tus manos pequeñas comías tu cena
la noche era la misma de ayer.
Una santa sobre mi seno que
mascullaba la escritura de los salmos sobre mi tórax.
Cuando te dije madre bastaba que comprendieras
que lo que pedía era el algodón de los predios
para restañar mi regla
y alicaída la bandada
de pájaros
culpó mi desliz al viento y mi herida se machacó con los vibrantes sonámbulos
amedrentándome sobre la escarcha.
Así me dejé morir como un árbol frío en el espejo ruin del
pasado
el torvo duende de mi boca acaudalada de mentiras de escondrijos y ruidos que
arrastran las ramas
solo en los meandros sobreviví.
8
C
ambié la danza por el teatro
porque violada estaba la
estrella de mi techo asida a la comida
una huérfana sin traje de gala ni
siquiera el pescuezo largo ni la
tinta negra para firmar.
Dos calles mordidas por las llamas de
las sombras la hediondez de las bocas y la inoportuna regla en la austera mesa del dolor
más sería inventar
la derrota.
Eva
mordió mi mano sin manzana la busqué aprisa en mi
refrigerador y atiné con su pedido le di a beber
hasta devorárnosla
y me defendió
se quedó a mi lado para
encender las marchas ni una más. Yo
te creo me dijo.
Hubo un momento crucé el tumulto
le
tuve miedo a la vida al nacimiento nuevo
a la mueca de un enfermo y al loco.
Qué bestia hurga entre mis cosas vestidos viejos en
sótanos
nada negro que me joda la vida
merodea laberintos tentáculos
una chica libertina que transa vuelos.
¿quién llora?
9
… la palabra donde
haya ido donde ella exista
y sólo ella
un
germen de latido innato esporádico vientre de tierra y barro. Marcos
Rivadeneira Silva
Y
mañana
te irás con mis jergas de veneno para sangrar sin pena en los cubículos
sin flores
en la fosa común de un cementerio
incestuoso pájaro de rutas que arriban con los moribundos improperios.
Maledicentes ángeles golpean cerebros
que no responden.
II
DE QUÉ TE SIRVE SI,
AL VOLVER A ENCONTRARLO,
TAMPOCO ERES FELIZ
… es inútil que corras, porque este paraíso que fecundan tus ojos
me pertenece ya, es la textura
del fondo de mi carne.
Juana Castro
1
E
s
el riesgo que me cierra el corazón yo pienso con porfía
como
lavanda a la luz y al cedro del patio en los pastos del rincón y el frío
en los jardines vecinos que moran en
mis cejas
rosales
peligrosos del fuego que encierro con mi rostro trasnochado en el silencio y no
tengo tu calma
aunque amo la ceniza del fénix que te
imita
que te entrega a los yuyos de
primavera en un pequeño espacio seco.
Peligroso paradero.
El secreto
de morir callando
y el cáliz merecido de la mañana pulcra del polen
esparcido en mis muslos
que tiemblan de deseo.
Ese valle que fecundan tus hombros se convertirá en hojas
si lo intentas
la piel del cerco donde crece el
húmedo tronco y no logro tener tu
consuelo.
Tu jardín deshecho es mi pesadilla
del laurel su savia y mi corola infértil
sin cáliz ni ciervo.
Cuerpo.
2
O
ler
los frutos en las piernas de la niña con la hiel de sus labios
sus hombros y su pecho
y el susurro de los viejos estantes
polvorientos donde guardaba sus cosas.
Escribiendo
un sol negro pulsa la iluminación y su mirada reconstruye esperando que te
vayas
pero su mano arrancaría tu mano si
comenzara a moverse
y en el aire inhale sus
carnes las revuelva como un tornado las haga volar tan lejos.
Como el ave en la calle
sus ojos caminan en el cielo
y sumerge su destino en la condena la
llaga abierta
y
así lava sus pies en un lago y deshace el dolor.
La que aparece de noche no soy yo
vestida de blanco en la ruta de camiones son los gatos dispuestos a robar cualquier cosa.
3
E
l vapor
del café
no me deja ver tu rostro
reniega de tu voz que se apaga
y vuelves a gritarme con la sed de
antaño cuando tenía el lenguaje adecuado
para devolverte la vida.
Estás viejo tu aliento no trasciende para ceder sumisa.
Las aceras se recogen en las noches quedan niños
solitarios
últimas batallas contra el libre
pensamiento robando al hambre a la rosa que grita
y sus dientes
en las brácteas le dieron poder.
Se dejó seducir en el viaje a ultramar y el atuendo de
moda en la historia del pueblo se dejó florecer.
Azul palabra de mentira suave entre
ingenuos habitantes
de
la calle y la rodilla
se mece en su prominente
cartílago.
Pocos años nada más para caminar en la
oscuridad.
Ruego que el mástil no se caiga
la ruin melancolía de quince años.
Se cayó la bandera quedó con su crespón sobre mi tobillo lo sacó de
cuajo como el corazón de un pájaro
preso en el cuerpo de sus padres repiqueteando de pena
en el cemento con cuerpos que aún no se encuentran.
Y se esfuman los trompos
las canicas
de los bolsillos la guitarra de quienes duermen bajo tierra con las manos acribilladas.
Así el amor mana todo el pensamiento raíz del nacimiento
que hoy no canto
ni bailo ni hay aves resbalando por mi cadera.
Pero la vida me viene a mata
caballo con ese amor esqueleto que nos queda
y ha llegado hasta aquí
musitando en mis cuentos.
4
C
ontigo fue fácil atraer los deseos
de un pino recorriendo la ruta los bosques
y en el alma la curvatura de la
tierra como un animal cuando no sabía
qué hacer dejé todo arriba
antes de lanzarme.
Era una mujer razón para seguir
entre los rieles cayéndose.
Todo se nos venía encima
mi cabello no encanecía y aún era joven.
Señas para mirar quedarme contigo y
seguir
el calor de las escalas de piedra.
Un tendedero al viento y el
polvo en las ojeras un zorzal
rebullendo.
Sangra el agujero del corazón donde
un niño latía.
Y hay algo con vida en mi vientre que se marchita.
Camino por la ferias
distraída como un personaje de Clarice y
la mano se transforma
el ojo no ve retrocede.
Campesino
de esbelto movimiento del trigo tibio
con ruidos molestos
en la ruta de motores donde el
insecto arranca lejos.
Se
eleva el puñal de entre sus ropas el redil de los que llevan niños
el incienso de su risa la nariz
de los que ríen en los
campos
¡ay! campesino de mi huerto la copa abriga
en el árbol de la ternura y se va a
la urbe callejuelas
cabezas
crispadas
de sol a mediodía.
5
L
a
esquirla hablaba con voz de humano dejaba su polvillo.
En una ventana con aire escaso. Sin
muerte aún amenaza
una escala que cruje.
Los pómulos encienden la dorada
vereda anidan árboles en sus hojas
y un poco de polvo
tan lejos todavía para que signifique
algo.
Entre piedras maleza presta
a provocar incendios
y tu rostro la barroca superficie
de una mueca la última antes del puñal y la murmurada ventolera la luz azul de
la barriada.
Qué beber si a esta hora se me asoma una pestaña
rascándome el iris
amortiguando la oscuridad
del plato.
¿Puedo sentarme? ¿Dónde escarbaré este pensamiento
entre burbujas
que me agreden como personas distantes?
Yo no soy la que fui ni el sol se escabulle ni dejará que yo delinca como
la ranura
que la moneda busca aterciopelando el metal con un sonido viscoso
y en el lóbulo de la oreja su posición definitiva.
Tener la llama
en el mentón cerca de la lengua que no hable jamás.
Pasar el viento
donde habrá casas vacías
que tengan el polvo de los cadáveres.
6
Cuando los vientres se hinchan, las dejan solas, porque ellas saben.
Pía Barros
Y
o
tengo un dolor que roba le saca la
raíz a la tormenta
y soy la lluvia
de ahí la melancolía
la gota que ha hecho hoyos a destajo
y corre por mis hombros
hasta que salga el sol y seque al
viejo animal que me aprieta.
De carne y hueso
en madrugada sucede la
tragedia en sus noches azules me delatan estropajo
sin sabor sin pliegues una estatua blanda
una huella almibarada lo que no pudo probarse. Llevas en tu cuerpo al
matarife del renglón correcto carne
aliento
bifurcación de callejones.
Sacando una manzana con su interior
muerto el veneno blanco del cielo
en humaredas que se llevan el jugo
gozado. La noche láctea.
Y el espejo oscureció el reflejo
para que no oyera ninguna
voz que partiera en pedacitos mi figura
en mi mollera
con deleite de sufrir
una brutal imagen que se derrama desvaída
y se enciende a lo lejos
con otra cara asusta y aparece
Nefertiti en la pared.
De carne y hueso
en madrugada es la tragedia y yo
quiero vivir.
7
T
e
vuelvo a ver luego de varios años estás más hombre
más grueso
tienes barba quiero decir
me podrías gustar.
Estuve presa todo ese tiempo en que
no dijiste que a ti también yo te atraía.
Se movían los árboles rezumados por
un olor a sexo
el castaño un aroma raro
cuando nos penetraban diversas cosas
como el viento
ramas piedras duras
y encendidas migas
que se inflamaron y pescaron todas
las casas del barrio salimos gritando
nada habíamos hecho
solo
una pierna salió
volando y tu genital
colgaba de mis labios
y nunca supe por qué.
Burlarse es buscar un arma para matar y puede ser un niño.
La poesía encontrará palabras.
La palabra no es un jarro vacío.
El vino escurre en mis estambres
y cuando sea flor al aire me pondré ropa.
Cuando beba las sílabas
de tus labios la lluvia me hablará en su idioma
y cantaré también con la embestida
del agua.
8
S
i
en la oscuridad puse una sombra llámala por tu nombre porque no soy yo
eres tú.
Y hay racimos en mis manos
escurriendo por mi cuerpo hay otras cosas mientras tanto pongo un trapo a mis
pies para que no se sequen.
Anuncian que ahora soy carne viva.
Y cuando el cielorraso manchado de insectos muertos
mientras tú roncas
una veterana descansa de la labor
diaria
sin consideración da cuerda
al reloj del pasado los escrúpulos que enronchan los ojos
intrusos del sol se esfuman
desdichada la nieve roza desdibuja
guarda como una joya vieja los mares que no se disuelven.
Bienestar de la conciencia
pensar en el
dolor
como atributo digno
como el dinero
compra alimentos.
Y se asoma algo que brilla entre las
grietas fragmentos viejos de alguna carta secreta u otra vida anterior.
Sentada frente a la tormenta
mascullando imágenes.
9
T
arde
es esta noche y tengo hambre las letras dan palabras ávidas
encienden el traje que me tapa la
sutil tristeza en los objetos que se borran.
Mis ojos se pegan con el sueño y al
dormir se me queda
la escritura de visiones una mancha
se me queda
entre mis ropas el ladrido de lejos
que me engendra una noche
tan llena de bocas
este silencio de fantasmas que se acuestan antes que yo.
Quedamos sentaditos en la plaza las armas temblorosas
la nariz sangrando con los golpes
pétalos secos cayéndose del árbol
nos sumimos en la tenebrosa libélula
en el vino de la
tarde
en los libros de historia
el himno del colegio y los
instrumentos de la banda antes de iniciar la jornada
y desatar a nuestro compañero.
III
Y SE AHOGA EL PEZ EN SU PROPIA AGUA
Fui mancha fui polvo
fui grano de arena e insecto aplastado
en el vidrio.
María Baranda
1
M
oscas
desaladas en montículos de basura vejámenes que revisten espectáculos
nocturnos.
Jóvenes de cuellos sudados.
El tedio nos
desarma.
En la niebla los hombres no resisten
pierden la vida a veces se vengan
y regresan con el tino de los viejos
encienden el tiempo nuevo, aunque haya sido mejor el pasado
traerá entre la oleada de sus olas más muertos.
En uno de ellos quedó mi vida las artimañas
mi cabeza en la sangre de los pozos
con los hilos de los toldos agazapados al sol.
No niega los errores no sacrifica a los perdidos no llora a los niños
porque se bañan en el mar
y los engreídos lucen sus músculos
bien alimentados ante las mujeres deseosas que no quieren peinarse como yo.
2
S
u
cuerpo volcó de espantapájaros en la hora de la siesta
escapaban los gorriones y tiuques
mientras ella dormía repiqueteaba embellecida en el
paisaje adecuado.
Escarbaba el donaire entre papeles
los encendía de a poco
si los visos se atenuaban de color o de
tristeza
sobrevivía.
Acosada
vaticinaba su poderosa
posesión. Era una belleza en el estiércol ebria enamorada
rogó virgen su inocencia
rechazada por el fuego del
destino collar de perlas su sangre de mujer amaneciendo como un ave
en la celda del
domingo.
3
M
e
senté a mi puerta esperando al enemigo
le lancé un escupitajo.
Y tendí la ropa sobre el piso
grité ¡ayuda!
era una niña abusada por un viejo tiburón
y embebió el océano chorreándome el
pecho bajando por las piernas a mis pies.
Olía el aire
un águila paría en una cueva
embistiendo su puño contra la roca. Me dijo que no que sí le repetí no
oiría más su canto sacramentado confesiones del clero punitivo.
Sin embargo le advertí que sanaría al alba con la cría bajo el brazo para darle de mamar en una piedra
para sacar más leche.
Así
estaba el día ya sombrío y el sol del roquedal haciendo
equilibrio
hasta quedarme dormida.
4
Raquel le juntó los labios.
No
fuera a ser cosa que se le metieran hormigas y la comieran por dentro.
Alejandra Costamagna
Q
ué más puedo pedir
las costumbres no desanclan
trituran como la inquisición
un matarife
con ruinosa barba.
Y se ahoga el pez en su propia agua.
Colea el endometrio abanicándose de sangre en las arterias ovulares una trompa de
Falopio rosa desintegrada después
del parto. Entre los remos y otros
caminos antes de comenzar la marcha
por esta tierra de malas costumbres.
A los que me gritan
en mi cara una porción de cicuta
un santo patrono me aconsejó a pesar
de ser mujer
un bosque de hambriento
sexo.
No habían tocado
la melodía de Luis Advis que los llevaría de vuelta a
Iquique.
Hay caprichos en todas partes. Pero
aquí no hay más que calles mojadas.
5
L
a luz agrede a los niños
cuando les danza la muerte
con rosales magníficos y asideros de
serpientes.
Les riegan los campos con semen de
arcángeles para llevárselos
y los ríos los detienen
antes de haberles prendido fuego.
Fue
la historia de mi vida luego del incendio
no logré salvar los hijos
la droga no me dejó avanzar renací
sin embargo
me dijo: estuve muerta un tiempo.
Una hidra me sacó el útero para no
volver a parir.
Merezco la muerte el apaleo
la pantanosa celda fría
la lapidación la hostia agraz
de la vida no merezco más ni menos
si quieren quitármela que lo hagan
lento como el gestor de engendros malévolos que quise olvidar.
6
P
erdida
entre anuncios comerciales abatida como una servilleta de papel
los titíes de las tiendas
y la baldosa de cerámica donde arriesgo caer con mi rostro embelesado de
cosas
el perfume de las escaleras mecánicas
¡cómo flamean los decorados!
y
las volutas rojas azules o verdes
sobre los frisos iluminados
y mis labios en los espejos.
El cielo negro estrellado sobre mi cabeza me lleva a otras
raíces
herir como cimiento de mi sueño mi largo camino
después de todo
el torrente con sus escombros
golpeándome el cuerpo en las orillas sobreviví.
7
Y
a es difícil hablar
decir lo que riegas en la noche y en el día
lo que muestras en la mesa.
Engendrar inseguridad
las incertezas de la piel y el
corazón la misma marea de los cauces
y la endiablada desazón que te produce la lluvia
en un día de viaje.
En fin.
Los pájaros volverán cuando tú no estés
y volarán hasta posarse en su canelo como lo han hecho su milenario tiempo.
La lluvia entona en invierno
la misma canción de los gorriones sus
pelajes se opacan.
Se enredan a la lluvia en su
dintel anónimo buscan puertas
pintadas ventanas inmensas para dormir.
La lluvia
y el sol rasgando la primavera
en el pasaje los transeúntes cansinos
no hablan
el agua ha mojado sus pies y arde en
sus memorias una infancia corriendo a los nidos
apenas asidos de sus ramas.
8
T
u
casa estirpe de la que me has hablado yo iré a dejarte
dejaré mi verdad en tu morada no me
pidas que mienta.
Los rasgos
de las murallas evocan un rostro como el mío incendiando flores del cerezo
si no me amas.
Los labios de las urracas no paran.
El sol se arremolina en mi bolsillo
del pantalón.
No tengo dinero pero relucen mis monedas en la mesa.
Yo
abro la ventana
y te sigo con la vista
no vuelves la cabeza a la lejanía
ni
a la grisura del cielo en mi muñeca
la distancia entre mi soplo
y la llanura de flores amarillas.
Sin congoja llevo muchos
años sin abrir mis alas
en una puerta cerrada diciendo las
mismas palabras. Yo abro la ventana para volver a cerrarla.
9
P
orque
dijiste que yo esperaría a ser grande
no bebo no fumo no soy ángel ni vuelo
a tu arbitrio
porque los dos vivíamos siempre como el aire impregnado a las
paredes y unas voces inocentes
que no vieron nada.
Y soy culpable en el juicio
un desapego definitivo
una cruz quemando palomas por la paz
de mi corazón y soy culpable de su riel chueco
y su glorificado libertinaje
y
el hondo placer
de la carne en que la puse para no dejarla delinquir
con el amor de los suicidas.
Dijo mi madre sola como se entierra a los muertos cayendo a un
abismo
sus cuerpos tiesos
y su respiración tímida.
Embarqué las ilusiones como quien
genera dinero falso costeé viajes al extranjero como viajar a un planeta nuevo como evacuar las
aguas negras de mi estómago
hueca boca sin palabras
generosas
la agonía de no estar aquí como debiera.
Hay hombres para amar y otros para volar con ellos.
Tejo un calcetín de lana lo mido a su pie.
Pero no soy tejedora de calcetines. No tejo el viento.
No retengo ninguna hora no soy la
piel dañada la espátula con la que se despinta
descascara
pero en invierno me gusta usar la
estufa y calentarme
y a ti te doy abrigo en este tiempo y
vuelvo a zurcir.
Amar es derruir la tierra hacerla de nuevo hasta el fin de la vida
lo que salga al camino. Cuando vuelva
nada tendré que comprar
y abriré el portón para que pasen los sabuesos del templo
y los muertos digan amén
cuando despierte tan silenciada como ellos.
10
H
ay
verdades que nunca dejarán de tenerte en los brazos
pero una mentira y caerás
estrepitosamente como excremento a la taza.
Hay quienes tienen su verdad
insoportablemente hedionda
que no la creen
solo por tener que sentarse en ella.
No tenía fe ni se miraba en los vitrales ni su talle tenía
forma
era una estera sobre el suelo sin que nadie la posara hiel entre sus ojos para amargar
la tierra
nadie encontró jamás sus ojos
para entonarle una canción de ojos
negros para alabarle una serenata
la arrancó olímpico de sus garras
para no darle postre acaramelado en la instancia majestuosa
que era ir a la cama con ella
pero un día la dejó por su amiga
veinte años mayor por su experiencia en hacer camas
limpiar la casa encender la chimenea
y decir prontamente adiós.
11
E
l musgo
en las orillas huele a latitudes
de tiempos inmemorables.
Memorial del tiempo y vidas
esparcidas en la calle en barcos viejos en valles de flores lentas
en viejas barracas donde las momias
alguna vez dejaron su descanso
de esclavitud.
El musguito de la piedra entre los sueños de la noche
y el alféizar de los
días felices.
El pelillo verde que se escombra en el alma
la
nave de un olvido que jamás dejó la masa del pan para otro día
no hay más días para la sombra
acostumbrada a conspirar
con la desolada residencia
de los vivos.
No dejó pan para mañana ni hubo tiesas figuras de recuerdo
que guarden
como se guarda el pan frío.
IV
PAN FRÍO
Y puedo decir tan sólo
un
pequeño himno sin complicaciones quería escribir y tu nombre
es lo único que encuentro.
Anne Sexton
1
T
u sombra me carcome
en islas ignotas de mi cerebro.
Cada
sílaba te escucho
con su tarro y su comida tu
pequeño sol de visiones ardiendo.
Rumbo viejo y laborioso para vivir.
2
S
e refocila
y se retuerce en un arrecife
entre carcasas y cuadernas de barcos
con telas de arañas
pegadas sin brisa.
Y sobre las escamas se le sube a sus ojos un rostro
y sus labios
se deshacen en el agua.
3
U
na cumbre donde miro su rengueo
entre arándanos
de este pueblo hermoso
que celebra en su corazón la belleza de los trinos y el astro en llamas
que se desmorona.
Así renacen
los insectos
que se lavan en las agüitas de los surcos.
4
L
os
turistas abochornados con sus botellas de agua
y empolvadas zapatillas rasgando la
tierra dándole voz a las huellas
sobre su poblacho acostumbrado a la
usura y al hacinamiento
al motor y a la prisa.
Les
sonrío cuando ese perro les huele los bolsos
con sus panes envueltos.
5
Y
mi
cuerpo encuentra gritos de ciudades en rincones viejos.
Sonido de mar blanco dinero negro.
Es este un camino
mil veces recorrido
con la memoria llena de amores y desamores.
Un canto triste a veces mi cuerpo clama
entre erial y monte flor y estepa vida y muerte.
Vértigo
aniquilador del agua corriente y sus
peces del barro.
Su reflejo visceral en las
esquinas queriendo llevar sus sueños mutilados sus lágrimas sus ratos libres
la complacencia de una mariposa
una laguna concurrida buscando la gracia el tedio
la precariedad de la vida.
6
P
use un enjambre en mis ojos
puse la miel que irradiaba de
niña en tus manos largas como un pulpo unas cuantas redes
en la conquista toda mi lascivia
como
un trompo lanza su cuerda sobre los delfines.
7
D
ejé
amarrados los restos de mi naufragio los dejé en el suelo
los besé con mi almíbar
festiva que me inmolara la rienda antes no lo niego
pero ayer clasifiqué tú eres para mí
cargarás con este cuerpo
dadivoso productivo
fértil a cualquier hora
hasta cuando mires
que sobreviví de la tortura.
El deseo me castiga al final de los
años pero está bien no soy sombra
tampoco el sol se me mete en el rabo
ni en esquinas vacías.
Soy la única que se adelanta a los
bares tranquilos a medianoche ebria
con el ruin historial
de
los que llegan
a endiosar la televisión
y ya la seda perfuma el aire de mis axilas con ese anhelo de moribunda
que siempre tuve.
Así mis maquillados gestos
que no merecían gobernabilidad
en cualquier momento la traición
daría sed a los oblicuos ojos ajenos
y la enmienda de la despavorida suele
matar a esta edad
sin embargo
ya no dispara el sol del pozo a las estrellas.
8
N
o
llama a voz en cuello a los bomberos ni al postre de crema
la piel engrosa sin cuidado.
Es la vetusta vela que ilumina el
cuarto de cocina ahora que no se
puede costear gas
los helechos se mueven a medianoche sin viento
sin rasgón milagroso ni macho alfa ni
dominio de libros sin lentes para
cerca
así estamos frente al vidrio
empañado brindando por el fuego a los
primates por el delirio del cuento y el olor a madera
de un retrato viejo guardado.
Llueve y la lluvia avanza veloz
en la olvidada mueca de una niña
que no conoce la caída y toca a su
gatita enferma agónica que ya murió.
9
L
a
tarde amenaza dopa envenena ruge como un cerdo
cuando los duraznos verdes
intimidan la producción.
La importación no da jugo no
hay color ni suave piel olvidando
que hay tardes completamente
inocuas. Zarpó el cajón con la carga.
Pero te veré merodear por mi barrio salpicar tus escupitajos
amedrentado desesperado sin
llamarme. Y ahora arde el sol sobre nuestras cabezas el palmo de tus sienes
y el brazo que te queda. Dónde estás
ahora pensando que te espero
que los años duros de estudio dieron
fruto antes que nos casáramos.
No puedes acercarte a mí te lo tienen
prohibido
estás agusanándote de rabia
yo no te obedezco
cuando me invitas.
Así estaremos años antes de surgir
y que el aire rezuma nuestros pinos
que la casa envejezca y se pudra
la lluvia seguirá.
Y estoy empapada.
No te diré más. Y llamaré a la policía.
Interrumpió el ciclo de su sangre en la distancia de su llama
¿por qué seguir si deseo revolcarme
entre tus brazos con la llave puesta en la chapa?
Me besarás como lo hace un colibrí
empapado por el agua que
salpica desde aquel lago misterioso
que suele aparecer cuando pienso lo
que he vivido en este paraje parecido a la mundana estupidez
de vivir a gritos.
10
P
ensé
quedarme con tus labios detenidos en la vaguada costera
pero preciso de un alma seca sin
pensar que me duele
que no hayas venido a mi casa porque
ya no recuerdas
que fui a verte luego de treinta años de exilio.
Así puedes tocar la hoja congelada que te muestra cómo un
corazón se desarma sin el viento
que abraza el ciprés en
Punucapa tantos años luto
tibio
que perdura sin embargo como un diapasón oxidado da la nota a chorros
y te corta una vena.
La noche suele ser brutal acaudalada
de lágrimas y palabras violentas como
un incestuoso ser
que es el tiempo que sigue sin parar.
11
N
ace así ese pajarito
que respira en mi pulmón.
Nace como un pasito
de niño
que no espera sino dar otro
y otro
hasta llegar a la orilla y mojárselo.
Que lúcido el conchito de la
arena también palpita sin sol sin
brújula sin veleta
sin las copas de árboles
porque en fin no falta quien traiga
el sintético pozo que lo
riegue y le deje una flor rascándose
el pecíolo.
12
U
n
bote con una vela blanca tronando la quilla en pleno río detrás casas bellas
gente bien alimentada
feliz en sus diademas mirando
a distancia el horizonte que pestañea
con sofisticación sin nada de pintura.
Se asemeja a la férula de un brazo que trata de alzar su
seña
que los quijotes no se acaban por un
cigarrillo
se envalentonan
y sacan su traje de baño se tienden
se soban se
les aparece el yo del éxito y se
renuevan sus notas con sus cantos clericales
más melodiosos.
Amo lo blanco con su suave aura y su altura espigada entre
oscuros setos que adornan los caminos
los pasos torcidos
y los inmuebles «cabaña».
Amo esta canción
anual.
Este brujo esperpento que nos trae
sonrisas.
Vamos de la mano cada tarde encendiéndonos el
futuro persistiendo en la pulsación
en lo que ya no madura
lo que regresa en rocas
gruesas que escalamos sobre casas arena buitre sesgo
caminamos
sobre una mancha de esos buitres que
graznan tan feo.
Así
por más que tiemble
se
acerca al plato de comida. Y sigue hablando.
V
CIERRA LA PUERTA
Y puedo decir tan sólo
un
pequeño himno sin complicaciones quería escribir y tu nombre
es lo único que encuentro.
Anne Sexton
1
U
n
relámpago entra al bosque en ramas que se agitan
desnudas sangrientas
tiritonas heridas como yo.
Gritan las raíces
la espuma de los ríos desnuda
de palabras ramas que trituran
los secos caminos de mis muslos que
relinchan como banderas
y los bisontes
de la nieve en la mirada de extraños
una maravilla en el confín de la ciudad.
Me viste
sombrero de cintas de seda
entre los mares de gentes y ropa en desuso.
Alumbrándonos un ámbar en un lenguaje de murmullos con el cuerpo
en el agua
chorreando bajo las ruedas de los autobuses.
Un pajarillo con las patitas flacas sorbiendo una gota en
el parabrisas.
2
L
a
mujer que te mira te sirvió toda la vida
con el hilo de sus frazadas manchadas
de virginidad. La dulce Galatea
asesinada.
Rubicunda perrita que nos cuida
duramadre que se puebla de sombras y parapléjicos
que no volarán.
3
L
as
gargantas de los caballos escupían agresivas como una idea sin fin
hasta recuperar la tragedia.
La estaca adinerada que no deja respirar
y no tiene fin hasta hoy que la
ternura se apaga agoniza y lame los dedos antes de enfriarse.
Roe la brisa el sudor de las
orejas el montículo orinado las pestes
negras de la historia cuando estaba en la orilla
y todo era un caudal de guanos esclavizando a los hombres a sus huesos. Pero surgí de allí
mi madre me narró lo anterior
a su grita
a su cabeza pequeña y a sus hilos
escalofriantes para sobrevivir.
Se derramaba la sangre entre sus
piernas como una granada
relampagueando el sexo de la criatura
por los techos oxidados y unos labios
tristes la espuma del horizonte se evapora.
Los turbios rencores endurecen
los muros
y nuestras arterias riegan con flores trizadas.
Aunque exista la muerte yo me hundo en el mar porque tu
amor es un anillo de platino explotando en el interior de la tierra.
Estiércol en los corazones
funcionarios malabares para decir hambre
y homicidios que dejaron
el camino roto.
Seguimos regando. Seguimos besando y teniendo sexo pero el problema son los
niños de la escuela
y los viejos recogiendo cáscaras en
las ferias para comer.
Llegas tarde a trabajar. No difieres del jazmín ni la calle del muladar
hace ruido desdeñoso para no llevar un ramo de flores
a quien no amas y yo no soy esa que
no amas
tampoco la dama del paradero la de ojos marrones que se hinchan por hablar
porque ya nadie conversa.
4
T
e observo entre el gentío
y el tráfago de la ciudad
cansada los ruidos extravagantes en mis oídos y en tu espalda esa cadencia
de un bar que te apañó.
Y
solo un ruido
de gong hizo florecer el aire
en las malezas.
Ahora ya no existes
un día fundé el mundo en tus ojos
profundos en la soledad abrí el océano
y lo llené de sangre.
Tus padres
te dejaron en un lugar desordenado
donde nadie decía el nombre de un ser
humano te revolcabas ebrio como un cupido
sacando piedras de a poco te irías
tan joven.
Me dictas desde la
nube
que se deshace en mis pechos
la orden de un asno que se burla.
El mástil de mi sed ver a tu padre
un nudo abierto entre tú y yo.
El aro cardíaco de tu melancolía y la garza de tu hombro gritando que iríamos lejos.
Pero supe que te golpearon yo no les dije que te golpearan tenías el monte
sobre mí
la hundida cabeza que te hablaba. La noche granizada cortó mi cara.
La venia del discípulo entregó la verdad entregó la confesión
con la mejor retórica.
Las lágrimas prendieron
la pubertad de antaño para hacer
valer su ética que más de alguno
dejó en tela de juicio.
Era bello el chiquillo. Divino. Pero los naipes estaban tarjados.
Ningún comentario sería convincente
lo dejó arrastrado
vomitaba enredado a sus piernas a los
papeles
y los labios amoratados por
el frío seguían al alcohol al
sexo
a la cita de siempre
con el ruido del mar agujereando la bruma
apenas helado el cuerpo.
El sonido de las luces de los barcos
apagaba el grito dulce de la noche y tuvo fin aquella escena que nunca supe si era real.
6
A
bre
esa puerta que salpica polvo ceniza y
cabellos tira gritos historia malsana huesos efervescentes
sobre una piedra que habla y se
deshace como lava
de un volcán inexistente.
Cuando la abras no la gires cuida que no se desprenda porque al otro lado siguen retorciéndose los últimos seres que no buscan nada.
No me devolví y vertiste el fuego a tus pies a tus pantalones viejos
a la desolada revelación
que no se dejó embaucar y yo no tuve la culpa.
El río agonizó días la tumultuosa nieve se
fue desperdigando por entre mis piernas porque el frío borró mi nombre
del mundo y vomité
toda la noche.
7
E
n
el mini Austin te vi combatir aquella
tarde sin anunciarme quemamos los
camiones no contaste a nadie
que dejamos de persuadir a esos niños
y el alimento se fue añejando.
Ahora rasgan la máquina los
comensales arruinados. Miles botados heridos murmurando utopías despierto y los veo
mascullar banderas
rotas estrellas blancas
el rojo de la tela quemando
el azul del himno desteñido.
Las cosas siguieron su curso fue una
adolescencia perdida maltratada
red reiterativa
desazón para decir amén porque dejé el túmulo
por temor a seguir la vereda y que no
haya sombra comida ni puesta de sol para amanecer contenta.
Cualquier mujer es como un destino para conversar con ella.
Para que te diga lo que quieres que te diga
y te apoye en la grieta que cayendo
va al yeso inútil
las piezas que faltan el goce la marisma que te soporta y un domingo.
8
U
n
ruido incandescente amortigua este insomnio esa desigual mirada de los dioses
fruta a medio mordisquear ese bulto
que la noche regenera
en anécdotas ebrias
con ese pas de deux como
albañiles de altos
cimientos.
Ese ruido que nos place nos despierta nos molesta como el
picaflor
rascando la corteza en el nido ausente
la escalera por donde descienden los pájaros
ese queltehue de ojos claros vestido a la usanza antigua hablando fuerte y
alambicado
pronunciando eses exageradamente
ibéricas que sin embargo adoro
pues me recuerdan el teatro de García Lorca.
9
E
sta melancolía suicida rompe el lóbulo
con sus dientecillos
y se rejuvenece con su nuevo rostro
finge la serpiente a las tres de la tarde
cuando roza el turbulento avión mi
poema lo desarma.
Yo no tengo la culpa te dejé volver
¿ahora quién apagará el fuego los
frutos deshechos
quién los dejará en el tacho
en los rincones entristecidos con mi cuerpo nervioso?
Subo la cobija en la ventana para no
mirar
cómo suben a horcajadas
la calle.
Cansados
en bicicleta desperdician la tarde.
Por donde miro la ranura los destajo
a pedazos luz de la sombra
la madera que corta el tiempo en miles de horquillas
clavándome los ojos por ver el pedal
que se adelanta que la subida tiene baldes de agua
y beben del sudor de su santa madre.
El agua muge les digo que beban el agua que los cojan con ganas
de hundir sus cabezas
en esas atrofiadas ramas colgándoles la ropa
las distinguidas palas tendidas en el río
en la ruta de los cántaros
los precisos rastros del calor y la
frente sudada.
10
N
o me gusta el lenguaje directo
¿por qué si puedo decir que
te devoras el mar? por amor un párpado es un filo de ternura.
Ya no eres joven. Dices que ya no te enredas en el plástico si tus pasos dan rienda como el
dinero.
Un soplo travieso para seducir al odio.
Espero que me entiendas
quiero conmoción quiero
zamarrearte inducirte al crimen
porque este efecto mueve el acto de
percutir el piano en un ritual y tengo artritis.
Yo pago por ti. Por esa sonrisa mordiendo el pavimento con animales
desguazados y su corazón abierto.
Yo pago. Dejo el relato urdir en tu vida la noche
descuartizándote
cuando me hiero a mí misma.
La familia
te quedó mirando
con el hálito sin fuerzas de un ave sucia.
Pero sigue la vida
el nacimiento de tus piernas tus
brazos
tus ojos
tu conducta.
Sin
ninguna construcción milagrosa solo una fruta buena.
11
N
o mires hacia atrás
te llenarás
de sal y eres alérgica.
El cielo de ayer
no adormece al pájaro de hoy
y mañana no se nublará
ni el sol volverá a brillar
pues hay un río adentro detenido a esta hora.
Toqué fríos rieles en la Costanera
una madre amamantando levantó
la voz
avisándome de su recuerdo de su memoriosa rienda en el estómago.
Placenta.
Salivosa palabra enfrascando su
respiración en una bola de colores
sin gritos sin silencio echando
oscura raíz en casas habitadas hace años.
De qué escribir me sale saliva de cualquier forma y
se me cae la casa aturdiéndome con tanto cinismo me cruzan los brotes trágicos
y los sueños se me atraviesan como
hombres a los huesos
cieno sanguinolento rojas heridas
calvas cabezas
y
asesinatos ajenos llanto
mucho llanto
para después permanecer silenciosa y resignada.
El tráfico no se detiene.
Puedes leer mis poemas o mi poema larguísimo
como una aguja ansiosa que cose las
coyunturas por donde pasa la vida
antes de apartar el agua de mis labios.
Linda canción de utopías,
la del Lennon chileno
que hurgaba en los almohadones como
rana sin dientes
con
la última nota cadenciosa
murmurando en nuestros oídos.
Yo besé su guitarra su voz el arpegio magistral de su cuerpo
hasta enterrarnos juntos en la arena
de la playa cuando la noche llegó con su tibia prisa
con sus gritillos y su sombra
clara en la roca.
VI TUS OJOS
DOS LAGARTOS ENARDECIDOS
Bésame, pero que no te sepa amarga.
Geo Bogza
1
A
l
pelar la manzana te atravesé el cuchillo te sangraba el tórax
tus ojos eran dos lagartos enardecidos sobre el césped.
Las
hojitas del pino te espolvoreaban los párpados morados reflejaban una tragedia
de Eurídice.
Gemías sobre mis pechos
las brasas freían los caracoles infinitos
y había una mortandad de gusanos en
la tabla untándonos los dedos con salsa chupándomelos mordiéndomelos
hasta que no había más para poner en la carne.
¡Salud!
Te prometo no volver a desnudarme
ante ti me pondré una bata antes de bañarme
y el ángel de la muerte visitará a otros.
2
M
ientras
mis manos moldeaban sus dedos y sus uñas advirtiéndole que dejaría su esplendor en la fábrica
haría todo el trabajo para él le
daría el desayuno
lo vestiría le plancharía le daría diariamente un
bocadillo pero se fue no quiso compromiso
hasta ahogar el pez en las tinieblas
y desde allí quedó mirándome para siempre.
3
La
muerte se esconde tras paredes gruesas en bolsa negra y desechable.
Verónica Zondek
H
emos
vuelto al cementerio a
ejercitar nuestra imaginación avanzar pisar vasijas y los remolinos de plástico.
La cafetera está caliente
para bebernos el café
y
no quedarnos demasiado quietos entre nuestros compañeros viejos que nos sonríen
con
los suaves susurros
de sus caras. Al llegar a casa la vieja puerta rechinó recalcando los
vocablos que intentaban llamarte entre retratos.
Y dejamos los zapatos
afuera de la casa
metí los dedos en la grava que no metieran bulla que la tristeza no fuera
habitación
de rostros ancianos.
En una llama atravesando el hueso de la espalda sin poder
acostarnos
por tanto ruido gritos negros núbiles deseos
de una esfinge durmiendo también una serie de montañas adueñándose de la
calle
y al fin nos metimos a la habitación.
4
Y
se cierra la puerta no no es la puerta
es
la cortina que me engulle y es tu
boca que rehace este instante
la barahúnda que se aglomera no es
rencor
es tristeza solamente que se aposta sobre mi cuerpo
y no solo tengo miedo también deseo mi resurrección para abrazar los
momentos vividos
y nada sea más que un latido final.
5
H
ay un tejido de rancios olores
como un ser desteñido
en mi palma.
Un dolor palpitando derramándose en mis retinas un ser que surge que inhala y me atraganta.
Un calamar sin su tinta.
También mi hermana
controló todos los globos y la serpentina dejó que me paseara y nunca
aprendí a leer
hoy uso la traición que no me nuble la mente dejarte en paz no
verterme
más que en las quebradas
de un glaciar que se va derritiendo.
6
que
un búho huérfano y enfermo aconseja a los hombres
que besan sin amor a las muchachas
Georgina Herrera
E
stá
saliendo el sol luego de tantos meses y en esa figura de varón
se encienden las riendas con la rauda
ventolera
almacenando la paja en su pecho
dejándose encender
con tanto frote tanta alicaída tempestad que juntó en la noche con
sus bestias sus ronquidos
y la tos de los que llegan y
se nutren con el fuego preciso de las piedras
de los que caminan eternamente y no sueñan
y van a tropezones
criticando
como denuncian las estrellas
a la muerte.
Las calles de la madrugada arrastran las sandalias viejas
palpitan aún dejándome toda la
historia de mi vida en tu palabra terca
a esta hora en esta
calle en este trago. Sin más rencor de haber vivido en vano cuando ya estás lejos.
Te has ido y no vuelvas porque tengo libros en la cesta y un prestigio que
ninguno me arrebata.
Tienes unos ojos tan verdes como un
cocodrilo y en una isla te recuerdo.
7
E
stá la plaza a oscuras con unos robles
ladrando.
Rinconcitos vacíos troncos
firmes
como el latido enamorado.
Y vuelvo a ti enfurecida recorriendo los asientos las
baldosas la fuente llena de peces
y en mi vientre deseando volcar las
nubes sobre mi talle recorrer la luna en las estrías que odias
besar la nieve
lejana.
Así se duerme en la somnolienta
hierba ajena despilfarro la vida y la muerte
y el corazón que ruge cuando demoras.
Refulges levemente
por decir lo menos con elegancia.
Figura gozosa tiniebla dorada entre las hojas del bosque donde
Dios no penetra o no quiere entrar fríamente
ni rozar ninguna hoja ni el polvo despierta
con su inmaculado ojo ni las prisas de los dictados
ningún jolgorio siquiera despertará la ternura.
8
M
e gusta
mirarte
contemplar la ambigua niebla que te encubre
entre el laurel y la acacia
como quienes incriminan y desean el nuevo
universo un sudario
una sábana y una fruta.
Muertos que nos siguen tropiezan con nosotros como el agua
limpia de la mañana
atravesando nuestros
pies.
Muertos
porque no cualquiera va a seguirnos
no es lo que queremos
es lo extraordinario
aunque sepamos que también andaremos
circulando entre nosotros.
Yo también persigo ael amor
pero esta depresión me indaga
desordenando el cuarto.
9
Y
o también soy la soga tu lengua martirizada
la endiablada desazón cuando
nada podemos reclamar y tengo que
irme adonde los huesos cabalgan.
Y es difícil escribir ahora
del amor cuando se pudre el cuerpo
en el lagar y es un cerdo
el que da la orden
de humedecer los arados con sus
uncidos bueyes besándose sonrientes con la semilla pronta a estallar.
Miré por la ventana
el día soleado se encaramó en mi
pecho se dificultaron las cosas
y me dije:
anda revuélcate
no hay más que un sembrío
entre gusanos nadando en el lodo.
10
Y
tú
querrás llegar igualmente a la tormenta a los rayos enloquecidos
con tu bello rostro lo atormentarás
dejándolo partir,
pero te quemará la duda.
El descenso a la tierra te volcará
con turbulencias para no llorar o
quizás sí has de llorar a sollozos
sola y en soledad te mantendrás sin influencias.
Tú la que sobrevive
la que arrienda un altar en los peores momentos.
Has ganado has ganado
un túnel entre tus dedos y la claridad ahí indicándote la
salida.
11
A
migo si bebes no podré seguir tus sueños
tus anhelos
redondos el arco iris blanco de tus bolsillos.
La arremetida de tu ruta sabiendo que un almuerzo
es imprescindible como
una copa.
Te dejaré ir al mar
a la puesta del sol con Rimbaud en el
barco ebrio para persuadir a los tripulantes
que sueñan con el comienzo
con el timón devolviéndose a la
estela que no dibuja más el mapa de los dioses
que nos dejaron un día con la mano estirada.
12
C
uenta
mis cabellos quemados en las puntas que se pegan a la pared
con grafitis sin pudor.
Y
un clavo me penetra la columna.
El polvillo acre me pica.
El viento abre mis brazos y lames mis
axilas pegado a esa pared escrita
y tus uñas en esas letras de mi
espalda que crecieron conmigo.
Tú puedes leer yo estoy vuelta
hacia a ti.
Qué te dice esa muralla con mis vísceras
colgadas
en tus hombros y esa expresión
de arrepentimiento.
Arrepentirte
no me entrega sed con sangre
no
me deja embadurnar de semen mis muslos
no bostezas ni me entregas la latitud de la noche que de una vez por todas te
quedaras aquí
para llenar este vacío
que se esparce por mi sangre
para sentir que he nacido y renacido con mis crías.
Estoy cansada
un poco triste una grandeza
cada vez que pienso en tu cuerpo tu cama
y los miles de dolores que sucedieron
a esa edad revolcándose.
Había que instruir a alguien
para encontrar la mariposa negra en
mi vulva y hacerla revolotear en eso
oscuro.
Pequeña de bruces
sobre tiras viejas techo apolillado de un patio olor secreto secreta extraño suceso.
Sola sin adultos que la tengan a la vista no hay cuidado
cuando almas ingenuas ven bondad en la infancia
si no pobrecita la pequeña
que no supo explicar.
VII
ENTRE CUATRO PAREDES SE SOSTIENE EL PUERTO DE MIS
CADERAS
Solo
los ángeles son capaces de sufrir, solo los ángeles caminan
entre tuberías de óxido y tierra.
Maha Vial
1
E
ra
sangre en cuerpo frío sangre agua que limpia lo sucio y saca la raíz
como si nada. Grita la
llaga
la compasión
entre ropas y luciérnagas opacas en
la noche trágica.
Y no he de cerrar las puertas
porque mi casa es pequeña y esta boca
sin palabras sagradas se quema
como si nada sucediera. Ese vestigio de flores secas en la hora de mi cena
lo boté lejos.
Hedor que me sube por las piernas
como beso al aire
por un desconocido.
2
L
a noche es una loba
una
madre loca una abuela represora una
tía ensimismada.
¿Adónde puedo ir a esta hora? Los
cines están cerrados.
¿Dónde me pondré los talismanes para
que lo glacial se meta en mi boca
y no haya pecado
como me enseñaron en las monjas?
Matar esta serpiente
que se introduce por mis flancos
mira quisquillosa ordinaria
otras partes menos floridas y tremedales que me invitan abriéndose a la luz de
Monet ese gran iluso que pinta el aire bajo el sol.
O ese suicida
de ojos amarillos que busca un implante en su corazón y una oreja nueva
porque nadie lo oyó.
Yo no quiero historias que avergüencen la hornacina que me
hinca
ni la deshonra me apedree
como si fuera un ser humano una mujer de carne y hueso
una lánguida espuma
que la haga pan fresco
y que sea devorada. No.
3
H
ay
un hechicero tocando mis dedos ojo mortuorio que exuda.
Hay piel sudo
en una copa temblorosa.
No me canso de cantarle a lo precario
con el ardor encima
al
príncipe que esta tarde mordió
el aire y cogí el helado con
fuerza
hasta triturarlo en mi boca. Una lid
morena.
Avergonzada me dejé saludar hasta que
cerró el comercio.
Era bello como un corvo limpio.
4
S
u cabeza
sacudía enloquecida por mentir.
Venenosa su sapiencia
dejó que la pusieran
en estrado
para recurrir a los dinteles poderosos.
Ser acusada
como una golondrina de pecho rojo y el negro de su pelaje permitiera el blanco corazón que
nunca tuvo.
¿Por qué teñiste la espuma del mar mi triste Violette?
¿Por qué elegiste la película ese domingo?
Las turbias aguas llegaron
a tu sed
por el pico verde de un ganso que se
dejó ennegrecer en un pozo.
Y por el puente cruzaste el pantano
olieron los árboles al podrido infierno y dejaron todo listo para encerrarte
pero fue en vano.
En libertad lloras tu tristeza
tu falta de armonía en tu jardín tu
cicatriz doliente.
5
D
ecidimos
convertirnos en el holocausto de la rutina en la gleba de las gaviotas
dejamos la corriente del vampiro
en la sangre
no quisimos convertirnos en paja.
No somos como el día con sus horas
grises ni quemada sombra de angustia
canal de regadío raíz sin hojas el rabo de la especie.
Dos entre larvas.
Pero querías exclusividad.
Había cambios. Y seguía la tierna voz en el oído
la sexual maraña que nos atrapaba en un viejo colchón.
6
C
uando
vivía en un rinconcito rodeado de patos y
nenúfares abiertos
te acercaste a tirarme pan
y estos ojos de pato te sacaron las
retinas te molieron a peñascazos
te dejaron helado a 30 grados
en el clavijero de mis instrumentos.
No quise hablarte. Los ceniceros olían mal
y el vino es poesía con su
color aroma y sonido al cortarse la luz.
7
C
ambié
mi pantalón para que dejaras a los ciruelos batir sus cáscaras sobre mis
muslos.
La respiración bajó lentamente y te
involucré en los sueños como una bandera en el viento.
Y
en la sombra se alojó
el espacio entre
tu leal respiro y mi afán de poderío
en
las horas laborales
de un parque podando canicas escondidas en los bolsillos.
8
A
ún era una adolescente.
Y tranquila rasgó suavemente
el tejido del mantel
rogando a la imagen urdida por manos
ajenas que también ella huele
a la comida fría a las tablas de las paredes que parecieran sus
grietas palabras retenidas
en el insomnio
bizcochos
que vendía los fines de semana.
Se ha vuelto a nublar y se abalanza la masa gris de los
arbustos sin fruto
que escarban la tierra
sin saliva ya en los genitales.
Pero aguardo la sensación que me
llamaba joven cuando rompía las hojas de los cuadernos.
Ahora
bamboleo en la carretera
y el destello del aire caliente
penetra en mí
como una fístula cumpliendo un crimen
un tiro de gracia una buganvilia envenenada eyaculando su jugo en la
vulva pudorosa renegando su vértebra porque tú te callas para que el pájaro duerma
sobresaltado dormido sobre los bosques oscuros total hay espacio entre humedad y río
para tirarme.
9
E
n un tren con la luna sangrando
en
mi sexo di de beber a las criaturas
gritaron sus miembros hasta nacer sus alas
encontré una hermosa escama entre las
hojas blancas del amanecer
las píldoras como larvas en
mi ombligo deshechas
y abierto el frasco.
Madre ven
mi bebé se desmorona
y mi seno no está dibujado
en sus imágenes.
10
D
eja
que pase mis manos por tu joven cuerpo que mi último tren te embista
los tacos hagan cierta la ostentación
de este cuerpo usado por los hombres rudos que dejaron sus sueños
en
el descanso de la escala y el tintineo de las copas
te ensordezcan de comentarios
porque construyeron tu
oficina y tu traje. Ayer no estabas hoy
respiras mañana vaya uno a saber qué ola tendrás a tus pies.
Entre cuatro paredes se sostiene el perlado puerto de mis
caderas
el aire abotagado de historias y
cruceros se enredaron en tu leche y mi trago
mi padre dejó sus remordimientos y
entregó las listas de los mordidos hombres sobre el velador
y yo maldije a las flores
blancas entre mis piernas la tela adherida y el lugar donde cené
pocas veces entonces me dejaron partir renunciar
a la escuela y la lectura fue siempre la misma
sobre la sangre del héroe.
En este cuarto lúgubre donde duermo
contigo cada decibel azul rompió la hora bella.
Tú que habías crecido en soledad
no
dejaste el plato
mejor para nosotros ni tuviste el desgano
de dormir siquiera.
¿Ahora dónde estás con tu derrota sobre los servicios de plaqué
donde escribirás tus memorias con tanto frío?
Los
mastines duermen y cuando despierten seguirás allí golpeándote los ojos contra
el vidrio
y me levantaré a acariciarlos para
que la calma calme el hambre.
11
E
n
el umbral de mi puerta tu cabello atrapa
el girasol
es flor de otoño
detiene el sol arranca de mi mente como un globo
porque eres mi amor sensato
el redentor de mi sangre.
Células muertas mi carne
en el hocico del perro
alborotando las paredes de mi cuarto
sin puertas bullentes sin copas trizadas ni domingos quebrando
los retratos
de mis seres queridos.
12
¿ uién es si no es ella
Qla que viene a ti
como si fuera una pluma que cae en la noche?
La melancolía agrede
con su torrencial saco de estrellas
y se burla de su pasajera adormecida esquela sin letras nocturna imagen que
bate como un insecto sus patas
y allí bostezas sobre el armario
cubierto de polvo.
Afuera las sandías aún no maduran
tus ojos revelan esa felicidad que nadie logrará darte.
Ni un mínimo pudor despertará para impedir el nacimiento
de las aguas en que las ranas se ahogan de espesura
jamás de carencias.
La tarde se enfría y tengo hambre merodeo por los antros
de mis sueños sumergiéndome como un pez
una esperanza
una serpiente invisible.
Algo en mí se tritura como una lengua
humana.
Yo soy la perdida dentro de mi cuerpo
en mi propia casa bebo la luz y me la
dejo penetrar con dolor es la única manera de saber que sufro
que duelen esas palabrotas
en las desoladas tardes en que me
echaron como una piedra del camino
Lee bien ¡óyeme! no he hablado
ni respiro siquiera
pero un soplo tritura mis tejidos en esta habitación a la intemperie.
13
N
o me dijiste que me detuviera
y el pavimento graba mis
palabras y mis gestos transfigurados.
La letal lengua de una vecina es el
arcoiris que gotea en mi cárcava
los tiernos dibujos de una
niña saltando el cordel como un perro sin tributos ni espejismos.
Nunca llamé mío al
que delira.
En los museos encontré el
viejo amor de los pintores por las puestas de sol y el desayuno en la cama.
Había muebles en los patios también viejos constructores de rosas en
el pómulo
y en la oreja un fagot.
El mar se hace picadillo
tras mi ventana, el sol asoma sus dientes entre nube y nube tu sombra
lejos de mí
sin voz sin vida
sin diploma.
Ilusionada me pongo en esta primavera de lluvias.
Cuántos rayos de sol sobre mi casa
cuántos cuchillos en la mesa puesta y
el álamo como un curandero entrechoca su pecho sin
nada más que magulladuras del cordel
en el cuello.
14
E
l
fuego corta los hilos de tu vestido los derrama y los anida
para guiarte al infierno ¿Y no quieres
venir?
Tus músculos nadarán con fuerza como
un entrenado gimnasta.
15
E
lla se esconde en la alcantarilla con el revólver
los tallos en el cuello de la muñeca
por si se escapa
y los órganos desperdigados. Pobre loca.
Redunda en las mismas tragedias como
una actriz.
Es águila
hembra
vieja se esconde para sacar sus
garras en la montaña
y sus plumas una a una hasta quedar desnuda destruir su pico en
la roca volar en picada
y cuando sea un ave nueva vuelva
a coger el palo al vuelo.
contenido
I
Águila, 5
II
De Qué te Sirve si, al Volver a Encontrarlo, Tampoco Eres Feliz, 21
III
Y se Ahoga el Pez en su Propia Agua, 39
IV
Pan Frío, 55
V
Cierra la Puerta,
73
VI
Tus Ojos Dos Lagartos Enardecidos, 91
VII
Entre Cuatro Paredes se Sostiene
el Puerto de mis Caderas,
109
Esta primera edición de 500 ejemplares de
Águila Hembra,
de
Ana Rosa Bustamante,
se terminó
de imprimir en septiembre de 2019 en
los talleres de
Imprenta América,
☎ (63) 2212003, www.iamerica.cl para Ediciones Kultrún,
☎ (09) 9873 5924, 653,
Valdivia, Chile.
Diseño, portada y cuidado de la edición a cargo de
Ricardo Mendoza Rademacher
Todos los derechos reservados.
Se autoriza
su reproducción parcial para fines
periodísticos,
debiendo mencionarse la fuente editorial.
© Ana Rosa Bustamante, 2019.