Es que la noche hiere los ojos con el ir y quedarse poniendo
oído
al ruido silencioso,
Su tácito candor cínico,
Su peligroso fuego que rompe los tejidos.
El sino de mi padre se quedó
En esta quietud de
manzanos frescos,
Es este anhelo de no sobrepasar el límite
En los jardines tibios que estremecen lentamente
este verano,
El aire mismo,
El aire partiendo su gesto.
Machacando el estribillo del pubis tembloroso
Que de implantarse en un nuevo rostro
Este crío incrustado en la arteria
Permanece con sus cintillos dulces
Separando el mar.
Toda idea es el pasado derramado en esquirlas
Que revientan la noche,
Esta noche
Inofensiva
Que guía una pequeña luz
Luz, luz,
Aquí.
No hay desierto más solo
Que su mano
jugando en los repliegues
De la madera.
Cuántas horas lo proclaman
Mientras mi carne se deshace.
Vida, adónde vas soslayada
Que no puedo frenar,
¿por qué este inquieto guiño?
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