La hoja en la ventana gris hace muecas verdes de sed
entre un montón de piedras
al
fondo del patio.
Yo jugaba
con insectos y una flor germinaba
las
serpientes imploraban dejarla morir para sus lenguas.
Y me
les unía por alguna razón.
Una tarde desperté aplastada
por las hojas
al lado de un arbusto con su sombra
arrimada como al
viento una boca con sed,
una
mano rompió mi garganta
y mi cuerpo sangraba,
y mi cuerpo sangraba,
oí los
motores que arreciando se alejaban
desperté con mi cabeza rasmillada
por la tierra
por la tierra
y el sol horas más tarde.
Ahora
gime un
esqueleto deslisándose tras de mí
y no me
vuelvo a mirar
porque
le temo a esa garra que me atrapa
y me aplasta,
huyendo ruidosamente por la calle.
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