1
Nos vamos a romper la iluminación que le ha puesto calor a las montañas
de más allá por el oeste, los que hemos
quedado sembrando en el mar moriremos, y
seguirán los que ilusos pensaron que se adueñaron de la vida. La muerte cortó
el tiempo. Ustedes respiran todavía.
2
Anoche el oráculo exiliado de los motines nocturnos me habló. Y le pedí una conjetura. Lo resuelves todo le dije. Él arrastra con
vigor treinta años menos y yo he reclamado a alguna ciénaga se me indemnice.
Las pérdidas fueron muchas. Lo besé
atravesando anchas arenas, abrí las compuertas invisibles de unos sueños, rompí
las escaleras, le robé lo que quiso que robara.
Dime si he de obedecer las amenazas que se cumplirán en el infierno. Que
cuando lo quise impudoroso e impudorosa entre balcones y laberintos, penetró
los dinteles herméticos, para montarme, y sacamos la montaña de hielo que nos
dividía, depositando entonces todo lo que la llama deshizo.