sábado, 29 de diciembre de 2012

BORDEAR EL CANTO


Hacia la Universidad.   Ajeno a mi madre,  salir como quien ara en el agua y los peces sacan sus cabezas a saludar, con la ilusión refregándote en los umbrales de las puertas de los cuartos tan cerrados.
 Se oyen los gemidos los gritos y la ignominia de no saber responder con los ecos duros, lo que no contaste a tu madre.  Su salida nocturna rozando primero el jazmín, para impregnarte de la noche festiva.
Nunca fue a la escuela.  
Bordear el canto  del río sucio y movedizo creyéndose estrella reflejada en el agua, esperando el susurro definitivo antes de que la encontrara la muerte.
 Yo quise que me tomaras desnuda madre antes de partir errante perdida por las plazas,  siguiendo tu huella plegada a las orillas de los bancos que tanto me gusta oler. 

NO QUISE



Te adiviné entre las calles pobres.
Yo te seguí hasta intentar repartir tu mundo con los míos,
como dos árboles viejos que se entrelazaron 
y cayeron en un día de vientos
confundiendo mi pensamiento de abandonos.

Como dos aves cansadas de volar entre los mismos montes
y dos gatos mojados por la lluvia, golpeados por el impacto de un vehículo.
La tripulación había naufragado y mis ojos apretaban sus párpados sin ver.

Retuve en mi vientre a tu madre a tu padre y a todo tu árbol, fueron placenta
en la mente de quién sabe quién,
tuve en mis órganos la afable habitación de sostener  tu vida
nuevamente.

Como un duende desesperado rompiste mi  vientre con las garras,
y me culparon.  Intimidada por la ley  me culpé. Reclusa en tres hermosos lugares con tres cuchillos o cuatro.

Caminaba entre las noches abandonadas en las esquinas fui  arreciada
por las borlas de los mendigos, de sus harapos,
te vi en  un montón de anclas queriéndome dejar con mis vestidos de banderas sobre un barco o una casa.

Mi vientre se fue abultando, y el frío rasgó mis palabras y yo quise
arrojarlo al sumidero,
yo quise reventar el globo de los aniversarios del futuro,
no quise más tener lo que ninguno me preguntó. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Del libro Inédito : ISLA AL GARETE


I

He de quedarme solo,
solo mirando el mar.

Los muertos no han muerto
mira tu dedo
cómo sangra cómo gotea y te escribe en cursiva 
sobre el cemento
con las letras inconclusas
¡ tu respiración se agita¡

¿qué me cuentas de  las nubes que ponen como  urnas  en el   cielo
ante tus ojos cuando tu sed solo quiere saciarse?

Te he visto triste en la acera  
sin vivienda
dónde lee las líneas tu madre que rompió sus huesos en el camino
con sus ojos lámparas
definitivos.
Eres su luz que sigues y 
eres ronda de pájaros en las nubes
que contemplas,

canción rotunda que te altera el cuerpo
como en una oscura selva.

Eres el corto vuelo  del tiempo
la matriz tibia que te abandonó.


El vins santo del  río que contemplo
sudando
el santo vino
como una esperanza fantasiosa.

Los carpinteros de antaño reconstruyen en las sombrías
garitas templos de  madera,
mientras 
el  agua que estila sobre mi  sombrero me trae la nostalgia del escuálido calor sobre los trigos y unos pumas diseñados
en la atmósfera,

todo se derrite como  un chocolate al sol,
amargo dulce masticando arena entre los labios adherida, 
distorsiónase la voz,

en las montañas inalcanzables bebió raro  sorbo  

hundiéndose en el pecho
un mudo alarido. 

Esperé con la copa entre mis dedos
con seres extraños de dos ojos bajo la frente
y la nariz sobre la boca,

y el agua tibia que bebo
tiene olor a sangre.


Huertos maravillados
que hoy leemos en un cuento de hadas.

Iré a coger tu manos,
perdiéndome entre huertos nuestros,
buscarte entre la broza sórdida,
para no perder la energía de los tallos 
que van acusándose
entrelazos,
en las vertientes
y son inaccesibles.

La regata
o la negra vestidura de las aves
sobre los árboles mirándonos,

erguidas pacientemente
hacia el aire suyo,
sin preocupación que mueran recalentadas
por el sol que admiran,
la regata,
el santuario,
las luces en la tarde
de vuelta del zarpe mágico.


No me mires con tus ojos ciegos
que no quiero ser invisible.

Mi casa,
mi casa donde escondo los remiendos
que solo me avergüenzan a mí,

la casa en cuyo patio el cerezo florece
los trajes se engarzan en los espinos,
y  los antifaces,
las máscaras se derriten,

la alarma en sordina a medianoche
nos recuerda lo que nos dijo el nigromante
con su lengua helada:

el patio está cerrado, 
no entran niños.

Todo se deshizo en un círculo de nieve
en mi corazón:

Esta, mi madera que abrigó a los hijos,
la que oculta el feto entre las tablas,
esta casa oscura y clara,

esta casa que el fuego deshizo su corteza
cubierta de óleos,
las temblantes soledades  de las noches narradoras,
y  bautizados  en el calendario chino
los  gorjeos  del recienacido

son la voz que gime y se arrastra sobre el alfeizar
por las murallas y por mi espalda remendada, 
por las cicatrices de mi cuerpo entero, 


esta casa se construyó en alerce milenario,
y cada círculo es un siglo,
entre las paredes internas con mi licor 
que tantas veces hice callar.


Qué silencio entre estridencias
qué oscuridad de los incendios.


¿Quién hablará  a las plantas hoy?
¿Quién le dará el grito al mar?
¿Quién anunciará los remezones telúricos solemnemente?

Ya no le pondrás cerco a la ebriedad que compuso las serenatas del Schubert.
La macabra indolencia de los que no se asoman a la ventana.
Quien dudó abrir la puerta,
quien solo escuchó recogida entre paredes
detrás de todo.
El sol con su tormenta
seguirá anunciándonos en vano
el fin del mundo.



II

No somos dios ni nada que se le parezca.


El caracol se desliza bajo su caparazón,
él  existe,
solo existe para mí
porque escribo de él en mi poema,
lo  pisoteo y cruje.

Existimos
y si dejamos de respirar
mientras caen los asesinos
desde las ramas de los árboles,
no sabremos del caracol,
ni de lo que habremos sido
nosotros
antes de morirnos
bajo los árboles.
Ahora,
que soy un caracol sobreviviente.




Haré lo posible
para que no me hagas falta.

Como un histrión retuerce sus piernas
y  monta esa escalera
como en un dragón
como cadenas enterradas
como la dulcinea  luce sus ojos,

todo es válido para dar con el puro aire
como el  mar que derrite los  glaciares

ser la máquina tierna de las plazas
remedar  a los antiguos hombres del campo,
aunque sea incoherente
decirle a las hojas que no vuelen.

Nadie es culpable.



Adoro el imán de los souvenirs
Que no tienen conciencia de viajes.

No vendrá nadie a justificar mi razón de vivir.

Yo habito en el río con mis párpados abiertos
en la pluma negra del cormorán,
en el  vértigo de la sombra  que lo ve pasar,
del  fuego  que me agrieta ,  que mi voz delata
los bosques azules de los chamanes.

No es la sombra  que labora en los sueños
sueños que no pudieron escribirse.
Sin embargo,
es el mar que  murmura arrimándose a la orilla
allí las personas corren aprisa
en las ciudades quebradas,
buscan amor en los viejos  trigos,
en las tardes que moja el techo
en las casas sobre  cerros,
y en la invitación olvidada.


Es la madre mía que cosió historias
que  heredó lejanos arrullos,
en los besos antiguos,
en los frutos que con obstinación lucen en las estrellas,
en la copa de los pájaros lentos,
que dialogan con la hija cautiva
que  le dio un apellido a la oscuridad,
dará la miel del pez sobre su mano,
bajará a un limbo hondo y eterno,
será un esqueleto,

así casi desprovisto,
arreglé mi equipaje y el paisaje abrió su sendero,
arreglé mi ropa y el rostro borró sus ojos,

las campanas acallan su tañido
la oigo en la corriente asombrosa que avanza
donde lavó su cara
con la espuma deshecha,

pero está hecho del agua de los ríos
del oscuro paladar  del viento.


Querrá sobrevivir con el agua al cuello
cuando le haya dicho que la quiso,
antes de morir

Amigo de la cizaña
de los venenos
de los licores
luz que devora

¿Qué palabra grita
cuál rezagada,
quién seca el  abrevadero a las garzas
 y sofoca sus quimeras?

Me gusta escribir desde el rasguño
la pequeña herida de pactos.

Dos ángeles fríos
buscan la hoguera en la nieve,
la sombra delgada
de las mariposas,
la caída de los colibríes.

Han degollado al travesti,
calcinada la encontraron en las veredas
con sus comisuras rotas.
¿para qué la desnudaron?

viernes, 14 de diciembre de 2012

De La Nieta de Wong


52
Traen el opio del mar, el monte
sagrado gime esta mañana temblorosa
no se atreve
mi llanto a estallar
en esta discreta danza
en este vuelo anónimo
que abalanzarme al risco, sin aplomo
encorvado hacia Oriente sin fatiga,
es alzar en vuelo hacia un panal,
vibrante
y chirriante letanía del Dragón
que me espera con paciencia
sobre flores en la vereda del vino
de mi áspera niñez.
53
Sueño es la muerte y la muerte es la vida,
bebo para redimirme de esta rotura.
Enjambre bajo el sol, oigo el ruido de las velas y jarcias
tan lejos de mis padres,
esconde la estepa la fría sensación, las corolas de mi país
y no tengo nada que me rodee, vivir y morir
sólo sé que acurrucado y abandonado lloro sobre tumbas,
y un sol poniente ingrávido sobre mi cabeza.
¿Para qué retornar al país donde nací?
Siempre he de seguir, al viento que no cesa,
navegaré sin rumbo y placer, por el vacío del cielo.
Li Po dixit.
72 73
54
A carcajadas subir a Oriente para ver a los dragones
beber el licor de este atardecer,
en la Osa mayor ser joven
con las vírgenes de jade
entonces
río a carcajadas.
55
No existe el esclavo en la banqueta
de los acusados
levitando su quehacer menesteroso,
la ley y la justicia remuerden su existencia
el beso humilla al esclavo cuando besa
el contrato.
No es justo el grillo frotado al talón.
74 75
56
Oigo los albatros
entre los riscos que no duermen
no hay horas de olvido
entre los pobres
que conversan
mírense los hombres en harapos de las calles oscuras
en las macilentas siluetas
que se besan.
Para qué volver adonde dejé mis ancestros
lo sufrido no es más pétalo que un vidrio
que saja el cuello,
y el labio y la cuerda de mi grito.
57
El dedo no sabe indicar porque los sueños
se han congelado
en el desierto de la vida
que no se puede reconstruir.
Extraviado de la luna enamorado
humillándose en sus cráteres,
morir es la única certeza
en este tráfico de cuerpos
y vagaron como el péndulo
en solaz calcinado.
76 77
58
He nacido en el palacio celeste
cuando el siglo
de la justicia
tiene mi cuerpo en otras tierras
como el ave
que canta en la jaula
con melancolía
claroscuros cerros esteparios
donde le lloré al alma en la amapola
sus misterios.
59
Tus brazos
levantan los hilos crueles del delirio,
del trasiego
el coloniaje.
Fláccido espantas la verruga obstinada que persiste
la que ya no sangra,
sus ojos rasgados
abren el púlpito de arena entre los tamarugos
y las estrellas apagadas por el sol.
Arrasa el animal su pesado esqueleto
no se fuga la sombra
no siempre queda
como de un diente, su hueco extraño.
78 79
60
Qué semana vengadora
hizo el maleficio que la ceniza vuelve
a encender,
que el lirio escribe
que la suerte echa
y el fuego extingue.
No te rindas,
de las plazas vacías,
no amilanes este éxtasis
mezquino
de tan callada manera.
61
Destierro de estrella
de esa estrella donde
cada noche es hálito
de un derramamiento
como se abrieran los sesos
a una nueva crucifixión,
me duele el cuerpo
hasta dormirme.
La ausencia
es luz fúnebre amenazando
a un cardo solitario
no sé por qué.
80 81
62
El ferrocarril lo condujo por largos caminos,
erial, celda,
dejó pasado, presente y futuro
comprimidos por la sed y el agua,
se ha de ver alguna vez del cielo en otra historia
de su existencia.
Renguea sobre la cuerda el funámbulo
entre sus aciagos días
su desabrigo.
¡Qué nutrimento cambia el pensamiento desde
las esforzadas raíces
y perderse en guerras!
63
No eres sino el polvo de mil siglos
y te entierras sediento, desesperado
al río un instante.
Las faenas de los puentes.
Las covaderas de Cobija
son la deuda blanca de los suburbios
de la muerte,
la celda extensa de la que no lograrás fugarte
nunca
hasta la cuerda.
Tus nupcias son para algunos años más,
cuando pares de soñar
en la sede de no renovar
la luz
del contubernio
y los golpes te despertarán
al ardor de la llaga.
82 83
64
Ha tu madre deshecho su vida en ti,
sus manos sobre las podridas hojas amarillas
un incienso imagino
y su mirada mirando sobre un río torrentoso
y sucio
imagino su quehacer inimaginable para mi tiempo,
tú, entre las piedras
habrás conversado del aciago zarpe a los plazos inevitables
que te propusiste
algún predicamento anciano,
la cerradura.
Quien preside esta quemazón,
el capitalismo, la religión,
magia y prejuicios frene a la raza
desesperanza
la huida,
el láudano para mitigar los látigos
hacia la zambullida final.
65
Corría el año 1883,
llegaba a su término la guerra,
todo se iría hacia las nuevas fronteras,
a los límites de la vida
de sus escalofriantes nacidas navajas.
Algún árbol cambiará de nombre
y sus troncos sus ramas rizomas
de la sequía romperán
un nuevo sarmiento.
84 85
66
El capital
es un riel viejo en la sombra
abriendo tijeras tijeras,
buscando el destello,
mentiras que alientan
estímulo en los párpados
el prejuicio de los que no duermen.
Saca su látigo como un ala,
que no crece pero siempre vuela
y vuela voraz.
Graba en su piel la cuerda aguda del salterio.
La raza como la espuma rasante
de las playas
con sus algas quedadas a la orilla
esperando que las recojan,
las vuelvan nidos al océano
o sirvan de alimento
a los niños rendidos
arrimando sus mejillas
en el sudor del soldado
foráneo.
67
Pasajero con tus lágrimas en los ojos
y los ojos al limbo
bajaron por la roca ahuecada,
el que muere volverá
a su casa a otra dimensión
extraordinaria,
trayecto entre una esquina y otra
y todo se volverá un viaje infinito sobre
las ruedas
construidas por estos hombres al suicidio
al fondo de la ciénaga
todo es armarse
para planificar
la solemnidad.
Y será la Historia.
86 87
68
Esclavos de Las Chinchas
la áspera hierba
que crece en la superficie
se hará paja incendiando mollejas
de buitres solapados,
de atentos gorriones
perdidos sangrando
sobre unos ojos
del Asia
ebrios,
sin el rocío del océano ni rostros
que beban,
de orilla a orilla doblegados como piedras.
Propiedad de riscos y polvo y la veta
que traería la riqueza entre los vientos,
ser un círculo en la arena y un fruto
deseado del oasis.
Propiedad es dinero,
el trabajo te llevará a la sobrevida
de los obreros
mirando la luminosidad
de la luna
en medio de los rostros
sin rasgos, curtidos
por la sal
y el sudor nocturno.

nube

Wordle: Bethany A

My Great Web page

LAKÚMA

http://www.contenidoslocales.cl/sitio/9358/ana-rosa-bustamante

DAVID FERNANDO DUKE - PINTOR SALVADOREÑO

DAVID FERNANDO DUKE - PINTOR SALVADOREÑO
david_duke@hotmail.com