Soy la telaraña de la guarida,
la gota glacial de la casa,
las tradiciones eclesiales visten a diario
los tormentosos simulacros de los pasos viejos,
rociando ácido en mi boca para que no sonría,
mi deseo fue ser muñeca de occidente,
forrada
atravieso las calles
con papel pegado
en las grietas de mi piel.
forrada
atravieso las calles
con papel pegado
en las grietas de mi piel.
Olvidé la luna con sus paños grises sobre los párpados
y la mano toqueteando mi cuerpo se quedó sobre mi vientre dormido,
olvidé lo inolvidable,
como una roca resignada a los zigzagueos del agua.
El acontecer dejó una sombra embalsamada en un cilicio,
vago por el mundo tras mi sombra
extraviada
en el lóbrego rincón de un hospital.
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