Para Astrid Fugellie
Cerca el crepúsculo
Cerca el crepúsculo
los gestos iluminados,
los valles abren
su vientre negro
y yo vuelco mi rostro a las refriegas escondidas.
La usura es el único intercambio entre los vivos
y el colmillo blando sigue su oficio lento.
Prolijo roído que arde en las uñas descalzas,
mientras el otro amanecer
nos haga lucir el hilo
para cubrir nuestros temblorosos pies,
no hay escapatoria de ningún lugar sombrío entre fósiles,
recógete en mi regazo,
esperemos la nueva luna
en mitad de la huida,
unas negras hienas que corren
y nos amedrentan el discernimiento.
Inspiremos los reductos mínimos de los verdes
movimientos del aire,
y logremos sumergirnos
en el cáliz trizado
en el sedimento del vino
de algún templo
abandonado,
y volver a vivir.
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